El centro de atención: Angelina Jolie y Brad Pitt, quienes tras casi una década, finalmente han concluido su proceso de divorcio el 30 de diciembre de 2024. “Angelina está agotada, pero se siente aliviada de que esta parte haya terminado,” declaró su abogado, James Simon, a la revista People. Sin embargo, la tranquilidad parece ser efímera.
Según fuentes cercanas a Jolie, Brad Pitt habría utilizado su influencia para dificultar la vida de la actriz y responsabilizarla por los problemas con sus hijos. Estas acusaciones, sin embargo, son refutadas por el entorno de Pitt, quienes las califican como una “distorsión interminable de los hechos” y un patrón de ataques por parte de Jolie.
La complejidad del asunto se extiende más allá del divorcio en sí. La disputa por el Château Miraval, la prestigiosa bodega francesa que ambos compartían, añade una capa más a este conflicto. La venta de la parte de Jolie por 67 millones de dólares en octubre de 2021 desencadenó una demanda por parte de Pitt, quien la acusa de incumplir un acuerdo previo. Para Pitt, esto fue un acto deliberado para perjudicarlo; “ella decidió ignorar deliberadamente su acuerdo… con el único propósito de castigarlo,” afirma una fuente cercana.
Desde la perspectiva de Jolie, la disputa por Miraval es un obstáculo para la sanación familiar. Su abogado había solicitado en junio de 2024 que Pitt “ponga fin a la lucha y finalmente ubique a su familia en un camino claro hacia la sanación”. Mientras la batalla legal continúa, ambos actores se mantienen firmes en sus posiciones, reflejando las profundas divisiones que persisten.
El final del divorcio, aunque significante, no marca el fin de las tensiones. Las acusaciones cruzadas y la disputa por Miraval mantienen la incertidumbre sobre el futuro de la relación entre Jolie y Pitt, dejando un panorama complejo y un camino hacia la reconciliación familiar que parece aún estar lejos de alcanzarse.