Se respiraba un aire de incertidumbre, algo inusual en una ceremonia tan protocolaria.
Y fue precisamente esa atmósfera la que Nikki Glaser, la anfitriona de la noche, supo aprovechar a la perfección. Su debut en los Golden Globes resultó ser un torbellino de humor ácido e inteligente, que dejó a la audiencia entre la risa y la incredulidad. La comediante, conocida por su estilo directo y sin tapujos, no se guardó nada.
Entre las frases que más resonaron, destacan algunas observaciones sarcásticas sobre la industria cinematográfica: “Creo que esta noche será realmente memorable, y quizás no de la manera que ustedes piensan. Predigo que, dentro de cinco años, cuando vean videos de esta ceremonia en YouTube, verán a alguien entre el público y dirán: ‘¡Dios mío, eso fue antes de que atraparan a ese tipo!’”. Esta mordaz introducción ya anticipaba el tono de la noche.
Glaser continuó con su repertorio de chistes irreverentes, incluyendo una referencia a la falta de diversidad en las nominaciones a Mejor Director: “Podríamos estar haciendo historia esta noche, y ni siquiera sabemos con quién. Él lo sabe — ¡o ella! Podría ser una mujer. Creo que el 100% de las veces es un hombre. Pero podría ser una mujer… No lo será. Nunca lo es. Como el ganador de Mejor Director.”. La agudeza de sus comentarios generó tanto risas como debates en las redes.
Más allá de las bromas, la presentación de Glaser demostró una capacidad para conectar con la audiencia, manteniendo un equilibrio entre la irreverencia y el buen gusto. Su desempeño, lejos de ser un simple entretenimiento, se convirtió en un análisis satírico de la propia industria, un reflejo de las tensiones y contradicciones que existen detrás del glamour de Hollywood. La noche dejó en evidencia la maestría de Glaser para transitar entre el humor y la crítica social, dejando una huella imborrable en la historia de los Golden Globes.