Bryn Terfel: Regreso al Met y el legado de una leyenda

El tiempo, ese implacable director de escena, siempre tiene la última palabra, pero la leyenda, esa sí, permanece.
En los pasillos del Metropolitan Opera, la atmósfera es palpable. La tensión entre Sondra Radvanovsky y Bryn Terfel, dos titanes de la ópera, es casi tangible mientras ensayan la escena culminante de "Tosca". El aire mismo vibra con la intensidad de Puccini, con la anticipación del trágico desenlace. Detalles como el recogido de un chal se convierten en momentos cruciales, reveladores de la profunda conexión entre los personajes y la maestría de los artistas.
Durante un descanso, un suspiro escapa de Terfel al agacharse. Un simple gesto que revela el paso inexorable del tiempo. “You’re a couple of years older,” bromeó Radvanovsky, un comentario que, lejos de ser una crítica, refleja la camaradería y el respeto mutuo que existe entre ambos artistas. Bryn Terfel, quien cumplirá 60 años en noviembre, ha comenzado paulatinamente a despedirse de algunos de sus papeles emblemáticos.
Sin embargo, su voz, aún poderosa y llena de matices, sigue cautivando. Su presencia escénica, aunque marcada por el paso de los años, no ha perdido un ápice de su imponente autoridad. Su regreso al Met, después de 13 años, es en sí mismo un acontecimiento que subraya la importancia de este artista y su legado perdurable en el mundo de la ópera. La leyenda de Bryn Terfel, con sus rodillas algo menos ágiles pero con un espíritu indómito, continúa escribiendo su historia.
La preparación para una actuación de ópera es un proceso exhaustivo y meticuloso. Cada movimiento, cada nota, es cuidadosamente pulido durante meses, y las exigencias físicas sobre el cuerpo de los cantantes son inmensas. El trabajo que se realiza detrás de bambalinas, a menudo invisible para el público, es fundamental para el éxito de cada función.