Rafael Inclán, reconocido actor que compartió escenario con la fallecida artista en "Perfume de Gardenia", se encontraba ofreciendo sus condolencias, “Muy triste porque… Nunca fui su amigo, nunca fuimos amigos. La admiro como artista, como cantante y estuvimos juntos en el teatro”, cuando la conversación tomó un rumbo inesperado.
Una reportera, buscando quizá ahondar en la reflexión sobre la fragilidad de la vida, inquirió sobre los preparativos de Inclán ante su propia mortalidad. La respuesta del actor fue contundente y, para muchos, desconcertante: “¡De pen… me preparo para morirme! Que me muera y ya”.
A esta declaración inicial, siguieron comentarios cargados de un humor negro que, en el contexto, resultó controversial. Inclán continuó, “Imaginen que me preparo y digo: ‘Señor, ¿cómo me van a poner? ¿Me van a poner en la cruz al pin… diablo?… Que me muera y ya… No te puedes preparar mentalmente, teniendo mi edad”. La incomodidad se palpaba en el ambiente. La insistencia de la reportera sobre temas como su testamento solo acentuó la tensión.
La entrevista culminó abruptamente con un tajante: “Es mi vida privada y bye, y perdón”. El incidente, rápidamente viralizado en redes sociales, generó un debate acalorado. Las opiniones se dividieron entre quienes criticaron la actitud de Inclán, tachándola de inapropiada e incluso intolerante, y quienes lo defendieron, argumentando la intromisión de la periodista en un momento de sensibilidad y la invasión a su privacidad.
El debate se centró en puntos clave:
- Los límites de la prensa en situaciones sensibles.
- El derecho a la privacidad de las figuras públicas.
- La pertinencia de ciertas preguntas en entrevistas.
El episodio deja entrever la compleja interacción entre la vida pública y la privada, y la necesidad de un equilibrio entre la búsqueda de información y el respeto a la intimidad, especialmente en momentos de duelo.