Entre ellos, la historia de un hombre que resuena con una fuerza impactante.
El martes por la noche, el actor Sebastian Harrison, de 59 años, reconocido por sus roles en películas del oeste y producciones internacionales, se enfrentó a una pesadilla. Su mansión de $2.4 millones de dólares, ubicada en Malibu, sobre una propiedad de 3 acres que adquirió en 2010, se convirtió en el epicentro de un infierno desatado. El actor, consciente del peligro, no dudó en regresar a su hogar.
Su prioridad fue la seguridad de su padre, también actor y de 89 años. “Regresé por mi padre, intenté salvar lo que pude”, declaró Harrison a medios internacionales, relatando una lucha desesperada contra las llamas. Armed with a hose, he fought valiantly against the inferno, attempting to extinguish the flames licking at the roof and even moving furniture from the garden to safety.
Sin embargo, la furia del fuego superó sus esfuerzos. Rodeado por las llamas, su Mercedes se negó a encenderse, dejándolo atrapado. “Estaba escondido detrás de las rocas, las brasas caían sobre mí”, describe en un video que se viralizó rápidamente, mostrando su casa envuelta en un mar de fuego. En este video, se aprecia su lucha por sobrevivir, la dificultad para respirar en medio del denso humo y el calor abrasador.
El colapso de parte de su propiedad selló su desesperación. Su escape solo fue posible gracias a la ayuda de un vecino que le prestó un vehículo, según fuentes de la comunidad. La llegada de los bomberos alrededor de las 9 p.m. trajo un respiro, aunque el auto en el que huyó se incendió poco después. Harrison describió su escape como “treacherous”, una experiencia cercana a la muerte que lo marcó para siempre.
Más allá de las pérdidas materiales, Harrison sufrió heridas y una profunda conmoción. Su experiencia sirve como un crudo recordatorio de la fuerza devastadora de los incendios forestales y su imprevisibilidad, dejando en evidencia la vulnerabilidad de las comunidades y la urgencia de comprender el impacto ambiental de estos fenómenos.