Pero, ¿es solo una sensación? Quizás. Después de todo, solo es cine.
Se trata de una minuciosa recreación de la cinta muda alemana de 1922, Nosferatu. Es curioso pensar que la inspiración cinematográfica puede remontarse un siglo o más. La película original de 1922, basada en la celebrada novela de Bram Stoker, Drácula, se estrenó solo 25 años después de su publicación. Esta nueva versión, dirigida por Robert Eggers (The Witch, The Lighthouse, The Northman), se siente umbilicalmente conectada a la historia original, aunque con un trasfondo interesante: Florence Stoker, viuda del autor, demandó a los productores de la versión de 1922 por violación de derechos de autor y ganó, ordenando la destrucción de todas las copias. Afortunadamente, algunas sobrevivieron.
Ambientada en la ciudad costera alemana de Wisborg en 1838, la trama gira en torno a Ellen (Lily-Rose Depp), una joven esposa mentalmente frágil, y su devoto marido, Thomas Hutter (Nicholas Hoult), un agente inmobiliario empleado por el turbio Herr Knock (Simon McBurney). Una misión aparentemente sencilla: viajar a una lejana tierra para cerrar un trato inmobiliario con el enigmático Conde Orlok (Bill Skarsgard), quien reside en un lugar remoto, "al este de Bohemia... aislado en los Cárpatos". Una señal inequívoca de que algo terrible se aproxima.
En su espeluznante castillo transilvano, Orlok, también conocido como el vampiro Nosferatu, ha establecido una conexión psíquica con Ellen que se remonta a su adolescencia. Esta conexión atrae al Conde a Wisborg, junto con un ejército de ratas portadoras de peste. La malevolencia de Orlok se extiende rápidamente, afectando a los amigos de los Hutter, los Harding (Aaron Taylor-Johnson y Emma Corrin). Una imagen impactante, retomada de la película de 1922, muestra cómo su sombra consume la ciudad. Pero su objetivo principal es Ellen, y solo el excéntrico Profesor Von Franz (Willem Dafoe), experto en ocultismo, parece comprender la verdadera naturaleza del peligro. En un contexto moderno, Orlok se presenta como un acosador obsesivo, aunque Ellen parece, de alguna manera, incentivarlo. La película carga una tensión sexual potente, aunque poco convencional.
Las actuaciones son excepcionales. Depp destaca por su interpretación, mientras que Dafoe, en su tercera colaboración con Eggers, roba la escena con su habitual carisma, incluso provocando una carcajada con una frase como: "He visto cosas en este mundo que habrían hecho que Isaac Newton volviera al vientre de su madre." La visión implacablemente pesadillesca y la maestría técnica de Eggers son, una vez más, indiscutibles.