Richard Gere, el galán de los noventa que conquistó corazones con su elegancia y carisma en películas como Mujer Bonita, ha dado un giro a su carrera, un cambio tan significativo que pocos habían percibido hasta ahora. Su reciente participación en Oh Canada, junto a un elenco de lujo que incluye a Uma Thurman y Michael Imperioli, ha vuelto a colocarlo en el ojo público, pero bajo una nueva luz.
Pero, ¿qué llevó a este ícono a tomar este camino menos transitado? La respuesta nos lleva a una confesión reveladora del propio Gere. En una entrevista con la revista Movieline en 1993, el actor admitió: "Mujer Bonita es algo que nunca habría hecho. Tampoco Oficial y caballero. No tenía ningún interés en estos guiones. En ambos casos, fue la misma persona la que llamó a mi puerta, el productor Jeffrey Katzenberg..."
Este éxito masivo, aunque apabullante, tuvo consecuencias imprevistas. Gere se sintió encasillado, limitado a un tipo de papel que, aunque exitoso, no lo llenaba artísticamente. Como consecuencia, se autoimpuso un paréntesis en su carrera, una decisión que, según sus propias palabras, “arruinó mi carrera hasta el punto de que casi nadie decía ‘Hagamos que Gere aparezca en esto’. Tuve que arrastrarme un poco para que me ofrecieran guiones”.
Sin embargo, lejos de ser un fracaso, esta pausa forzada le permitió explorar otros caminos, redefinir sus prioridades y elegir papeles que lo conectaran a un nivel más profundo. Después de Mujer Bonita y Oficial y Caballero, sí participó en otras producciones destacadas, como Infidelidad y Chicago, e incluso la conmovedora Hachiko: Siempre a tu lado.
Su participación en Oh Canada, 34 años después de su colaboración con Paul Schrader en American Gigolo, representa más que un regreso; es el testimonio de una evolución, una nueva etapa en la que la selección de proyectos prima sobre la búsqueda implacable del éxito comercial. La historia de Richard Gere nos recuerda que el éxito, en cualquier ámbito, puede ser un arma de doble filo, y que la verdadera satisfacción a menudo se encuentra en los caminos menos esperados.
A lo largo de su trayectoria, ha demostrado una versatilidad que trasciende los estereotipos. Su decisión de priorizar la calidad sobre la cantidad, una elección que muchos actores no se atreven a hacer, define la singularidad de Richard Gere, un actor que ha sabido reinventarse a sí mismo.