El foco se centra en Royal Lodge, la residencia del Príncipe Andrés, ubicada en los terrenos del Castillo de Windsor. Fuentes cercanas a la familia real, citadas por el Daily Mail y otros medios como el Mail on Sunday, han revelado detalles sobre el estado actual de la propiedad y las decisiones tomadas alrededor de su mantenimiento.
Según Todd Longstaffe Gowan, jardinero de los Historic Royal Palaces, con 30 años de experiencia en Kensington Palace, el estado del jardín de Royal Lodge es preocupante: “¡No voy a poner eso en forma! ¡Es imposible!”, declaró. Este comentario, junto a las descripciones de un jardín descuidado y “flores que alguna vez florecieron, ya no se ven”, pintan un panorama poco halagüeño.
Pero la situación va más allá de la jardinería. Se rumorea que el Rey Carlos III ha ordenado la remoción de artefactos valiosos de la residencia de Andrés, supuestamente por preocupaciones de mantenimiento y seguridad. Ahora, donde antes se exhibían reliquias de precio, sólo hay estantes vacíos.
El panorama económico también es complejo. Mientras que algunos medios apuntan a que el rey paga el alquiler de Andrés, Ingrid Seward, editora de la revista Majesty, afirma que “no hay duda de que Carlos es quien proporciona el dinero a Andrés, porque la reina [fallecida] no habría dejado a Andrés desamparado”. La situación se complica aún más al mencionar las costosas reparaciones y renovaciones que ya ha realizado Andrés en la propiedad, las que ascienden a más de 9 millones de dólares. A esto se suma el costo anual de mantenimiento, que se estima en 503.000 dólares, y los costos de seguridad que anteriormente cubría el rey, y que alcanzan casi los 4 millones de dólares anuales.
La residencia de 30 habitaciones, valorada en 38 millones de dólares, parece estar en el centro de una intrincada trama de decisiones financieras y familiares. Aunque Andrew ha asegurado haber obtenido fondos de fuentes legítimas, la situación sigue generando interrogantes sobre su futuro en Royal Lodge y el costo que implica para la Corona.
Más allá de las especulaciones financieras, persiste la imagen de un Príncipe Andrés intentando, quizás en vano, mantener a flote su vida en Royal Lodge, mientras la atención mediática se centra en su pasado y las controversias que lo han marcado.