La obra, Mrs. President, se centra en Mary Lincoln, la esposa del decimosexto presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln. A menudo descrita como extravagante, buscadora de atención e incluso acusada de traición, su historia ha sido, por decir lo menos, controvertida. Su hijo Robert incluso la internó en una institución mental tras el asesinato de su esposo.
La puesta en escena imagina a Mary Lincoln durante sus visitas a Mathew Brady, el famoso fotógrafo estadounidense responsable de sus retratos más icónicos. La obra destaca el choque de egos entre la imponente Mary, vestida con sus imponentes trajes, y Brady, con su visión artística tiránica, quien exclama con frenesí: “¡Yo doy forma a la imagen de la gente que da forma a América! ¡Así que yo estoy dando forma a América!”
Miriam Grace Edwards interpreta a la primera dama con gran carga emocional, logrando que el público simpatizara con una figura marcada por tragedias: la pérdida de dos hijos pequeños y el asesinato de su esposo. La obra se desarrolla de forma fantasmagórica, con Sam Jenkins-Shaw transformándose entre Brady y sus sujetos fotográficos, desde el naturalista John James Audubon hasta el mártir revolucionario John Brown.
Sin embargo, la obra presenta una estructura narrativa peculiar. Los personajes principales dialogan más que conversan, ofreciendo un marco conceptual más que una historia lineal. La ambigüedad de la locación –¿la imaginación de Brady? ¿Un episodio psicótico de Lincoln?– y los fragmentos biográficos, aunque entretenidos, no siempre aclaran la imagen de Mary Lincoln. Gregor Donnelly logra un diseño escénico notable con la aparición mágica de un cuarto oscuro y las representaciones de los retratos. Pero la dirección de Bornagh Lagan se ve afectada por escenas con un escenario vacío, a excepción de una silla y un trípode, que “conversan” en una secuencia inusual.
En un momento crucial, Mary Lincoln exclama: “No puedo ser recordada de esta manera.” Y desafortunadamente, tiene razón. El tratamiento temático, enfocado en quién define nuestra imagen pública, oscurece una mirada más profunda a la propia primera dama.