Pip Edwards: Amor, playa y drama en Sídney
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La escena, aparentemente cotidiana, escondía detalles interesantes para los curiosos.
Entre la multitud, se encontraba Pip Edwards, la reconocida cofundadora de P. E Nation, de 44 años. Su figura, tonificada y estilizada, lucía un bikini a rayas blanco y negro que dejaba poco a la imaginación. A su lado, su hijo Justice, de 19 años, absorbía el sol con la tranquilidad propia de su edad, revisando su teléfono.
Pero Pip no estaba sola. Acompañándola estaba Joshua Clapp, su nuevo novio. La pareja irradiaba complicidad, compartiendo conversaciones animadas y sonrisas cómplices. Se les veía completamente enamorados, disfrutando del día a pleno sol. Incluso una mujer tatuada se unió a su charla, añadiendo un toque espontáneo al panorama.
Más tarde, al abandonar la playa, Pip se cubrió con unos diminutos shorts de mezclilla desabrochados y una camisa roja a cuadros de gran tamaño, posiblemente de su novio. Una gran bolsa tejida de Prada contenía sus pertenencias. La pareja, tomada de la mano, caminaba con paso tranquilo hacia el estacionamiento.
La relación entre Pip y Joshua, un diseñador de interiores y dueño de un bar conocido por ser la cara de Steel and Stitch, una constructora especializada en locales de hostelería, ha acaparado la atención de los medios desde que se hizo pública a finales de diciembre. Su historia, sin embargo, tiene matices. Joshua es expareja de una amiga de Pip, la entrenadora personal Leah Simmons, con quien comparte un hijo adolescente. Y, casualmente, también es amigo de Matt Whiley, quien recientemente comenzó una relación con Claire Greaves, la ex socia y mejor amiga de Pip.
La separación profesional de Pip y Claire, que culminó con la salida de Claire de P. E Nation en marzo del año pasado, generó rumores de una ruptura en su amistad. Pip, tras asumir la dirección creativa de la marca, anunció su salida en agosto, retomando posteriormente su puesto como directora creativa en la marca Ksubi en septiembre.
El día en la playa, más allá de la belleza del paisaje, reflejó un momento particular en la vida de Pip Edwards, marcado por el amor, la familia, y los ecos de un pasado profesional complejo.