Tina Louise: De Gilligan a la tutoría, una vida entre luces y sombras

Su nombre es Tina Louise, recordada por millones como la inolvidable Ginger Grant en "La Isla de Gilligan", serie que la catapultó a la fama en los años 60. Pero detrás de la glamorosa Ginger se esconde una historia de infancia compleja y marcada por la ausencia de afecto. A sus 91 años, Tina ha decidido abrir su corazón al New York Times, revelando detalles nunca antes contados sobre su pasado.
Su madre, Sylvia Horn, tenía apenas 18 años cuando nació Tina (cuyo nombre de nacimiento era Tina Blacker), y su padre, Joseph Blacker, era diez años mayor. El divorcio llegó cuando Tina tenía cuatro años, un suceso que marcó el inicio de una etapa de su vida marcada por el internado. "No tuve abrazos. No tuve situaciones amorosas", confiesa la actriz, evocando la frialdad de su hogar.
El internado en Ardsley, Nueva York, resultó ser una experiencia traumática. "Éramos niñas pequeñas e irritables, encerradas en ese lugar, y nadie quería estar allí", recuerda Tina, quien aún conserva la cicatriz de un incidente donde una maestra la apuñaló en la muñeca con un lápiz. A los nueve años, Tina se mudó a vivir con su padre y su nueva esposa, pero solo dos años después, su madre – tras casarse con un médico adinerado – quiso que viviese con ellos. "Era como pasar de 'Un árbol crece en Brooklyn' a 'Eloise en el Plaza'", describe la actriz, añadiendo que tomó la decisión de no ver más a su padre durante muchos años. Este distanciamiento se debió a que su padre nunca luchó por su custodia legal, un hecho que Tina nunca le perdonó. "Estaba enojada con él porque no fue a la corte", explica.
La relación con su madre tampoco estuvo exenta de dificultades. Tina describe a Sylvia como una mujer que carecía del cariño que ella necesitaba, siempre buscando apoyo en los hombres. "Ella no tenía el amor que necesitaba. Siempre necesitó un hombre en quien apoyarse", señala.
Un giro en su vida llegó en 1996, cuando Tina decidió dedicar su tiempo a la tutoría de niños. Tras leer un artículo sobre la disminución de la capacidad lectora en jóvenes estudiantes, se unió a la organización sin fines de lucro Learning Leaders, donde ha servido como tutora en la ciudad de Nueva York durante las últimas dos décadas, alejada del brillo de Hollywood pero cercana a las nuevas generaciones.