Brooke Mueller: La cruda realidad tras la fama y la adicción

En el caso de Brooke Mueller, exesposa de Charlie Sheen, la imagen pública contrasta significativamente con la batalla personal que ha librado durante años contra la adicción. Una batalla que, según sus propias palabras a la revista PEOPLE, ha tenido un profundo impacto en su vida y en la de sus hijos gemelos con Sheen, Bob y Max, de 16 años.
Mueller, de 47 años, ha descrito abiertamente su lucha contra la adicción, calificándose como una adicta en "etapa cuatro", una etapa caracterizada por recaídas recurrentes, sin importar el tiempo de sobriedad alcanzado. "Cuando estamos en la etapa cuatro, es un ciclo de recaídas, no importa lo bien que te vaya, no importa cuántos años, es solo cuestión de tiempo", confesó. Esta honestidad brutal contrasta con la imagen idealizada que los medios a menudo proyectan.
Su relato profundiza en la complejidad de su adicción, incluyendo cómo la enfermedad ha afectado su relación con Sheen. Mueller señala que Sheen, quien se mantiene sobrio desde 2018, no comprende completamente la naturaleza de su propia adicción, creyendo que la sobriedad es simplemente una cuestión de voluntad. "Creo que él piensa que se trata solo de tomar una decisión, pero con la mentalidad de la adicción, a veces no tenemos elección", explicó.
A pesar de los altibajos de su relación, Mueller enfatiza el apoyo constante de Sheen en sus momentos más difíciles. "Él lo entiende. Siempre está ahí para ayudarme y recoger los pedazos", aseguró. Esta afirmación resalta la complejidad de su vínculo, más allá de los conflictos públicos por la custodia de sus hijos.
La entrevista también aborda las consecuencias de sus recaídas en la custodia de sus hijos. Mueller admite que sus hijos se han acostumbrado a sus problemas de adicción, una situación que la llena de culpa y pesar. "La triste realidad es que se acostumbran a ello —Mamá va a recaer de nuevo algún día—", confesó con una sinceridad desgarradora.
La lucha de Mueller con la adicción, su relación con Sheen y las consecuencias en la crianza de sus hijos, pintan un panorama más allá del sensacionalismo mediático. Es un testimonio de la persistencia de la enfermedad y la complejidad de las relaciones familiares, incluso en el mundo del espectáculo.