Begoña Narváez denuncia estereotipos y presiones en la industria televisiva

Con una carrera de 15 años, la actriz ha enfrentado rechazos que poco tienen que ver con su talento. “Me han dicho cosas como: ‘No pegas con la paleta de colores de la familia que buscamos’ o ‘Eres muy güera para este papel’”, revela en entrevista. Pero el episodio más revelador ocurrió cuando, tras quedar finalista en un casting, le pidieron inyectarse bótox como condición para obtener el rol. “Respondí que me lo pondría cuando yo lo decidiera, no porque alguien más lo exigiera”, afirma con una mezcla de ironía y firmeza.

El tema de los estereotipos físicos resuena especialmente en su experiencia. Aunque interpretó a Miranda durante múltiples temporadas, confiesa que su tono de piel le ha cerrado puertas: “En ficción todo puede ser, pero prefieren no arriesgarse”. Lo que antes le dolía, ahora lo analiza con perspectiva: “Compré cremas caras y hasta tomé box, pero al final entendí que mi valor no está en cumplir expectativas ajenas”.

• El incidente con Coco Levy: Recuerda cómo el productor le lanzó un “¿Qué estás dispuesta a hacer?” durante una reunión. “No tengo pruebas, pero sé leer entre líneas”, comenta sin aspavientos.
• El cambio de actitud: A sus 40 años, rechaza roles que exijan “sonreír bonito” sin sustancia. Sobre escenas de desnudo, aclara: “Solo si aportan a la historia”.
• Su presente: Celebra el éxito de la temporada 13 de la serie que la hizo reconocible, donde los fans hasta le ofrecen tragos al identificarla con su personaje.

Más allá de los reflectores, Narváez representa a una generación de actrices que rechazan los moldes anticuados sin necesidad de discursos grandilocuentes. Su batalla no es contra el envejecimiento, sino contra la idea de que este —o cualquier rasgo físico— debería definir las oportunidades de alguien frente a una cámara.

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