No solo por su presencia en la ceremonia, sino por algo más íntimo: una master class donde desnudó su oficio frente a decenas de jóvenes.
"Actuar es como perseguir un fantasma. Cada papel te exige más de lo que crees poder dar", confesó el actor nayarita, mientras ajustaba sus lentes bajo la luz tenue del auditorio. La sesión, titulada "Actuar o morir", reveló anécdotas crudas: desde sus inicios en teatros comunitarios hasta el desafío de interpretar al General Medrano en El Infierno.
Michelle Fridman, secretaria de Turismo de Jalisco, no pasó por alto su legado. Le entregó una litografía de un artista local, gesto que Cosío agradeció con una reverencia: "El cine es el espejo donde a veces no queremos mirarnos, pero necesario". Entre el público, estudiantes de actuación tomaban notas frenéticas.
- El dilema de la industria: "En México hacemos cine con uñas y dientes. Nayarit tiene paisajes de película, pero sin presupuesto, solo son postales".
- Sus personajes pendientes: Soñó en voz alta con encarnar a Macbeth o al atormentado Woyzeck, pero hubo una revelación: "Nunca me han ofrecido un rol homosexual. Sería un reto quitarle los clichés, mostrar su humanidad sin caer en lo grotesco".
Al final, mientras firmaba autógrafos, alguien le preguntó si volvería a la televisión. Esbozó una sonrisa pícara: "Solo si el personaje me rompe el alma primero". El mar, testigo silencioso, pareció aplaudir.
