Carolina Imperial y William Zepeda llevan sus batallas al Auditorio Nacional

Detrás de cada nota que interpretan hay un camino marcado por la resiliencia. "Cuando canto, no solo entono melodías; libero fantasmas", confiesa Imperial, cuya voz se convirtió en su salvavidas tras escapar de un matrimonio violento. Por su parte, Zepeda encontró en la música el refugio tras el divorcio traumático de sus padres: "Las canciones fueron mi terapia antes de saber que necesitaba una".
Los detalles que definen esta final:
Sus métodos de preparación revelan filosofías distintas: mientras ella prioriza rutinas de meditación y cuidado vocal estricto, él prefiere "dejar que la emoción llegue en el momento", confiando en la espontaneidad que le dio fama durante las eliminatorias. Lo único que comparten es el rechazo a ver esto como una competencia: "Ya ganamos al llegar aquí", coinciden.
El backstage de la final promete ser tan intenso como el escenario. Fuentes cercanas a la producción revelan que se prepara una sorpresa instrumental con la Orquesta Sinfónica Nacional, aunque se mantiene en secreto qué tema acompañarán. Lo cierto es que el 12 de octubre, cuando las cámaras se enciendan, México tendrá frente a sí dos ejemplos de cómo el arte transforma el dolor en algo más grande que uno mismo.