No fue hasta los ocho años que descubrió el peso de su apellido: "Todo cobró sentido cuando supe que era parte de Los Aguilar", confiesa la cantante en entrevista reciente.
Detrás de esa revelación tardía estuvo la decisión de su padre, Antonio Aguilar Jr., quien prefirió alejarla de los reflectores durante su infancia. "Él quería que viviera una niñez normal, sin presiones", explica Majo, quien hoy, a sus 31 años, agradece esa protección. La estrategia funcionó: cuando finalmente debutó como cantante profesional, lo hizo con una madurez que solo da el tiempo.
- El silencio como herencia: Durante sus primeros nueve años, la familia evitó hablarle abiertamente sobre el legado musical.
- El momento clave: A los 18 años recibió el visto bueno para grabar su primer disco, ya con herramientas vocales y emocionales sólidas.
- Proyectos pendientes: Entre sus planes está rescatar la historia de amor de sus abuelos, Antonio Aguilar y Flor Silvestre, en un formato audiovisual.
Lo que pudo parecer una restricción terminó siendo un acto de amor.
Majo no solo heredó el talento, sino también la sabiduría para administrarlo. Mientras prepara nuevos materiales musicales, guarda celosamente grabaciones inéditas de su abuelo, piezas clave para el
documental que planea sobre el
"Charro de México". La espera valió la pena: ahora canta con la libertad de quien eligió el camino, no de quien lo tuvo impuesto.
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