SAN FRANCISCO, CA
Ambas compañías son socias; Apple compró 8,000 millones de dólares en piezas a la compañía coreana en 2012.
Fue la última pesadilla de Steve Jobs. Un poderoso fabricante asiático, Samsung Electronics, emplea el sistema operativo Android de Google para crear teléfonos avanzados y tabletas con un gran parecido con el iPhone y el iPad. Samsung empieza a ganar cuota de mercado, dañando los márgenes de Apple y el valor de su acción y poniendo en peligro su reinado en el mundo de la electrónica de consumo.
Jobs, por supuesto, tenía una respuesta para esto: una guerra “termonuclear” legal que habría excluido a los clones del mercado. Cerca de dos años después de que Apple presentara por primera vez una demanda por infracción de patentes contra Samsung, y seis meses después de que obtuviera una enorme victoria legal sobre su rival surcoreano, las opciones de Apple de bloquear las ventas de productos Samsung se debilitan cada día.
Una serie de recientes sentencias judiciales hacen pensar que las guerras de patentes de los smartphone están llegando a un punto muerto en el que Apple es incapaz de mostrar que sus ventas se hayan visto dañadas seriamente cuando sus rivales, especialmente Samsung, han imitado sus productos.
Esto puede hacer entrar en una nueva fase a la compleja relación entre las dos empresas dominantes en el creciente mercado de la informática móvil.
Tim Cook, el sucesor de Jobs como presidente ejecutivo de Apple, era contrario a demandar a Samsung en un primer momento, según personas con conocimiento en la materia, sobre todo debido al papel esencial de la empresa como suministradora de componentes para el iPhone y el iPad.