El consumo de fentanilo y otros opioides ha aumentado en México y, pese a los graves problemas de salud que causan estas sustancias, no se han establecido estrategias de atención eficaces ni de prevención, lamentan expertas en salud y políticas de drogas.
Un estudio de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) identificó que, de 2013 a 2022, al menos 122 personas que demandaron tratamiento por uso de drogas en centros públicos, privados o en organizaciones de la sociedad civil por haber consumido fentanilo.
“En el periodo de estudio hubo un incremento importante en la detección de casos de consumo de fentanilo”, anota el informe de la Conadic.
Al mismo tiempo el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas también registra una tendencia al alza de defunciones directamente relacionadas con el consumo de opiáceos. Mientras que en 2011 se reportaron 10 muertes de este tipo, en 2020, último año con datos disponibles, se registraron 26 fallecimientos.
El combate al fentanilo desde México
Hace un mes, el gobierno mexicano y el de Estados Unidos anunciaron que combatirán el tráfico de fentanilo a través de una campaña. “Vamos a enfrentar abiertamente el fentanilo”, sentenció el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, las especialistas consideran que esa alianza debe incluir una mejora en la atención médica de las personas usuarias de sustancias, debido a que en México también ha crecido el consumo de opioides, aunque en menor proporción.
“No existen programas de reducción de daños suficientes y no existe tratamiento de calidad que sea voluntario y que no sean anexos, donde hay numerosas violaciones a derechos humanos”, señala Zara Snapp, exintegrante de la Comisión Global de Políticas de Drogas.
“Es un fenómeno que requiere atención”, subraya en entrevista la doctora Clara Fleiz Bautista, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría que hace años estudia el impacto del uso de sustancias.
El Informe sobre la Situación de la Salud Mental y el Consumo de Sustancias Psicoactivas en México 2021 arrojó que 9.6% de las mujeres encuestadas y 16.4% de los hombres dijo haber consumido opioides en los 12 meses previos.
Además, alrededor de 2,225 personas buscaron tratamiento en 2020 por el consumo problemático de opiáceos y 101 por la dependencia a fármacos opioides, mientras que 430 personas acudieron a servicios de urgencias médicas por trastornos mentales debido al consumo de opiáceos.
Una problemática escondida
De acuerdo con el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas en nueve años los casos casi se triplicaron a alcanzar 26 fallecimientos en 2020.
Aunque las cifras son sumamente menores en comparación con las 108,000 muertes por opioides ocurridas en Estados Unidos en 2021, la doctora Fleiz Bautista no minimiza el dato por dos razones fundamentales: la primera es que, sostiene, que lo que sucede en las calles rebasa ese registro, porque la mayoría de los casos de uso de sustancias y sobredosis no se reporta.
“Tenemos pocos datos, nos faltan registros, tanto de consumo de fentanilo como para sobredosis”, apunta.
La segunda razón es que los datos, aunque incipientes todavía, considera, muestran que este problema se extiende en México. “Si bien no tenemos un escenario como el de Estados Unidos o Canadá, donde tienen una crisis de opioides desde hace varios años, nuestra situación es que se está extendiendo y eso nos tendría que poner en una situación de alerta”, menciona.
Cambios en el consumo de fentanilo en México
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos indican que el fentanilo es un opioide sintético 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Esto contribuye a que una mínima dosis tenga una alta posibilidad de ser fatal.
La experta en políticas de drogas y cofundadora del Instituto RIA, Zara Snapp, explica que el fentanilo se usa para tratar el dolor, sobre todo en pacientes con enfermedades terminales y se ha usado en cuidados paliativos de manera legal durante décadas.
Sin embargo, las políticas prohibicionistas han traído como consecuencia la adulteración de drogas, como la heroína, que la mezclan con fentanilo, señala. “Porque es más fácil transportar que son más potentes, que son más compactas y, de esa forma, pueden tener mayores ganancias en el mercado”, expone en entrevista.
En 2020, la doctora Fleiz Bautista publicó un estudio en la revista Addiction en el que concluyó que en la frontera norte de México usuarios de heroína en situación de vulnerabilidad consumían fentanilo sin saberlo. Es decir, distribuidores de droga vendían otras sustancias mezcladas con fentanilo sin advertir de ellos a los consumidores.
Dos años después, tras dar seguimiento al estudio, la especialista detecta que el consumo de fentanilo se ha modificado: ahora se registra, además, en personas jóvenes que no están en situación de vulnerabilidad o de calle; el uso de esa droga es voluntario también y algunas personas consumen fentanilo mezclado con otras sustancias, como el cristal o el tramadol.
“Vemos en la calle que las sobredosis son frecuentes, que hay una demanda, la gente está buscando fentanilo porque ya desarrolló dependencia, es muy adictivo, ya lo estamos viendo en centros de tratamiento, de rehabilitación”, detalla.
Según Conadic, por ahora, Chihuahua, Baja California, Sonora y la Ciudad de México son las entidades con mayor carga de enfermedad por consumo de opioides. Sin embargo, la doctora Fleiz Bautista no descarta que esto suceda en otros estados porque ha ocurrido algo similar con otras drogas: penetran por las fronteras y, después, su uso se extiende a otras zonas.
México, sin acceso efectivo para tratar sobredosis
La especialista advierte que el consumo de fentanilo y otros opioides representa un riesgo especial en México, donde es limitado el acceso a medicamentos indicados para prevenir sobredosis fatales, como la naloxona.
“Lo estamos viendo en la frontera: la gente que cae en sobredosis no tiene acceso a la naloxona y puede morir por una sobredosis”, lamenta.
A esto se suma que en el país no existe un registro confiable sobre las sobredosis fatales y no fatales que ocurren en usuarios de sustancias.
Un estudio sobre sobredosis por consumo de opioides, encabezado por el doctor Carlos Magis Rodríguez, miembro del Grupo de Opioides del Seminario de Estudios de la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM, estimó que cada año ocurren entre 161 y 1,241 muertes relacionadas con sobredosis, de las cuales más de 80% podrían evitarse con el uso oportuno de naloxona.
“La administración oportuna de naloxona restaura la mecánica ventilatoria y puede salvar la vida de una persona que sufre una sobredosis por opioides; sin embargo, en México existen diversas barreras para poder acceder a la naloxona”, exponen los investigadores de ese estudio.
Entre las barreras se encuentra que la naloxona está clasificada en la Ley General de Salud como psicotrópico, explica la especialista Fleiz Bautista. Agrega que es necesario que el Congreso de la Unión apruebe reformas a la legislación para el uso de este medicamento.
“Porque esta sustancia es un medicamento y un antídoto que se requiere en el país. Ahora se requiere en la frontera, pero, eventualmente, la vamos a necesitar en otras regiones”, sostiene.
Otro problema, que también menciona el estudio del doctor Magis, es que la carencia de datos de sobredosis y mortalidad por consumo de opioides no permite tener un panorama claro de la magnitud de este problema de salud pública.
La experta Zara Snapp agrega que México no ha levantado nuevos datos sobre consumo de sustancias desde 2016, cuando se levantó por última vez la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat), donde el fentanilo todavía no figuraba como una sustancia de preocupación.
“Sabemos que por la política de austeridad y el enfoque en otros proyectos, desde el gobierno no hay planes para hacer esta encuesta de nuevo”, afirma.