Washington, dc
El Presidente criticó lo que considera una “crisis económica autoinfligida”.
Para el presidente Barack Obama, el duelo político con la oposición republicana que llevó al recién concluido cierre parcial de gobierno dejó sólo perdedores.
El impasse que por 16 días cerró algunas de las más visibles operaciones del gobierno estadunidense y dejó a más de medio millón de trabajadores como desempleados temporales, acarreó daños económicos que muchos consideran relativamente menores ante lo que pudo haber sido, pero también una carga de desconfianza en la que es sin duda la mayor economía del mundo.
Según algunos cálculos, las pérdidas costaron unos 24 mil millones de dólares, que en relación a una economía donde el producto anual bruto se mide en 18, tal vez 20 millones de millones es pequeña. Pero la diferencia está entre poder pagarlos y no pagarlos.
Fue, dijo Obama, “una crisis económica autoinfligida”, sin razón de ser.
La razón del problema fue la demanda de un sector republicano conocido como Partido del Té para derogar la ley que creó un servicio de salud universal, mordazmente bautizado como Obamacare (al cuidado de Obama) y comenzó su vigencia el 1 de octubre.
Pero con una ley aprobada hace tres años, refrendada por la Suprema Corte de Justicia hace uno, los republicanos parecieron dejar llevarse por lo que deseaban ver y oír, aunque la realidad fuera diferente.
El resultado fue un fracaso estrepitoso, testificado por el reinicio de actividades en la capital estadunidense, Washington, que de un día al otro recuperó casi su actividad normal, luego de dos semanas de un descanso forzado para decenas de miles de sus habitantes.
La gran ironía, notada ayer por varios medios, es que el inicio de operaciones del Obamacare fue afectado por enormes fallos en los programas de compradora para la inscripción de personas. Los errores, sin embargo, “se perdieron” en la polémica política.
Obama aseguró que sólo hubo perdedores, por más que para la mayoría, si no para todos los analistas políticos dentro y fuera de Washington, se alzó con una importante victoria política al negarse a ceder ante las demandas de un Partido Republicano impulsado por la minoría “dura” del Partido del Té.
Y en lo que se escuchó como un sarcástico consejo tanto como un llamado de respaldo al sistema político, recordó a sus críticos que si no les gusta una política o no les agrada un Presidente, “vayan y ganen elecciones”.
En términos reales, el acuerdo para sostener abierto el gobierno hasta mediados de enero y refinanciar la deuda hasta principios de febrero no parece mucho avance. Sólo programó el siguiente conflicto para dentro de tres meses, si es que no se llega a un acuerdo sobre cómo manejar el presupuesto y cómo se reestablecen las relaciones.