Manila, fil
Damnificados saquearon almacenes de arroz y desenterraron tuberías.
La desesperación se apoderó el miércoles de las islas filipinas devastadas por el tifón “Haiyan” y algunos sobrevivientes atemorizados por el retraso en la llegada de suministros básicos desenterraron tuberías de agua y protagonizaron violentos saqueos de alimentos que dejaron al menos 8 víctimas fatales.
Cinco días después de que una de las tormentas más fuertes de las que haya registro arrasó ciudades y pueblos en el centro de Filipinas, el enojo y la frustración aumentaban el miércoles debido a que los suministros vitales disminuían. Algunos sobrevivientes portaban carteles que decían “Ayúdenme”.
La controversia surgió también sobre el número de muertos. El presidente Benigno Aquino sostuvo que las autoridades locales habían exagerado la cifra de muertos, diciendo que estaba más cerca de 2 mil o 2 mil 500 que de los 10 mil estimados previamente.
Funcionarios dijeron que Aquino se refirió a muertes estimadas. La cifra oficial de fallecidos seguía siendo de 2 mil 275 el miércoles, con sólo 84 desaparecidos, un número que los trabajadores asistenciales consideraban demasiado bajo.
Algunas áreas parecían estar cerca de la anarquía. El canal de televisión ANC dijo que las fuerzas de seguridad habían intercambiado disparos con hombres armados en medio de masivos saqueos de alimentos, agua y otros suministros en el pueblo de Abucay, que forma parte de Tacloban, una de las zonas más afectadas por el tifón, en la provincia de Leyte.
Ocho personas murieron cuando saqueadores irrumpieron en las reservas de arroz en un almacén del Gobierno en la ciudad de Alangalang, haciendo que parte del edificio colapsara, dijeron las autoridades locales.
Otros saqueadores se las arreglaron para llevarse 33 mil sacos de arroz de un peso de 50 kilos cada uno, dijo Orlan Calayag, administrador de la agencia estatal de granos Autoridad Nacional de Alimentos.
Los saqueadores también asaltaron almacenes propiedad de la compañía de alimentos y bebidas Universal Robina Corp y la farmacéutica United Laboratories en la ciudad arrasada de Palo, en Leyte, junto con un molino de arroz en Jaro, dijo Alfred Li, jefe de la Cámara.