El 17 de junio, Diego sufrió un grave accidente en motocicleta que lo dejó con lesiones severas. Su padre, Carlos Díaz, describe la angustia que vivieron como familia: "Él tenía sangrado en el cerebro, tenía el golpe en el cerebro que demuestran los exámenes, entonces a nosotros nos dijeron desde el día uno: 'Prepárense para lo peor'".
Los médicos pronosticaron un futuro incierto para Diego. Sufrió neumonía, sus pulmones colapsaron y los golpes en la cabeza eran severos. "No sabíamos si iba a despertar, si él había quedado en estado vegetal, si iba a poder comer solo, si iba a poder caminar", confesó Carlos.
La familia se aferró a su fe y oró por un milagro. "Le dije a Dios: 'Te pido por favor que si no lo vas a dejar con calidad de vida, entonces llévatelo, pero si no, por favor ayúdalo, te lo pido, te lo suplico'. Y me acuerdo de que recé llorando", agregó.
Es curioso que días antes del accidente, Diego se había bautizado. La familia, con el apoyo de amigos y familiares, no se rindió en sus oraciones. Y contra todo pronóstico, Diego despertó del coma. "Dios le aventó una bola de luz, la cachó y dice que en ese momento se despertó y miró a su mamá en el hospital", narró Carlos con emoción.