Donald Trump Jr., hijo del expresidente Donald Trump, ha viajado recientemente a los Balcanes, según fuentes cercanas. Este viaje se produce en medio de un escándalo que involucra a su novia, Bettina Anderson, quien fue involucrada en el arresto de su hermano por tráfico de drogas luego de regresar de las Bahamas.
Se ha reportado que la Sra. Anderson fue encontrada en posesión de sustancias ilegales durante el arresto de su hermano, lo cual ha generado especulaciones sobre su posible participación en actividades ilegales. Sin embargo, hasta el momento no se ha presentado ninguna acusación formal contra la Sra. Anderson.
En 2015, su hermano mayor, Harry Loy Anderson III, fue acusado por delitos relacionados con drogas tras un incidente que involucraba hongos alucinógenos en un avión privado.
La historia muestra un lado oculto de la familia Anderson, que en la actualidad se encuentra envuelta en el círculo de poder de la política estadounidense.
El incidente ocurrió cuando Harry Loy Anderson III, un piloto licenciado, aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach tras un viaje desde Eleuthera en las Bahamas. Al declarar que no tenía nada que declarar, Anderson III negó tener alcohol o tabaco a bordo. Sin embargo, una inspección de su equipaje reveló un paquete de cigarrillos que escondía, en su interior, una sustancia que se identificó como hongos psilocibina, una droga controlada de la Lista 1.
Anderson III, en un intento por desviar la responsabilidad, alegó que la droga no era suya y que no la había traído para nadie más. Las pruebas de campo confirmaron la presencia de "hongos mágicos" en el paquete.
Tras su arresto, se le leyeron los derechos de Miranda a Anderson III, pero éste se negó a hablar con los agentes. Fue acusado de tres delitos: importación e intento de importación de una sustancia controlada, posesión de una sustancia controlada a bordo de un avión que llega a Estados Unidos, y ayuda y complicidad.
Se le impuso una fianza de 250,000 dólares, y la pena máxima por los cargos uno y dos es de 20 años de prisión, una multa de 1 millón de dólares, una pena de libertad supervisada de tres años a cadena perpetua, y una tarifa especial de 100 dólares.
El gobierno intentó impedir que Anderson se comunicara con su hermano después de su arresto, ya que ella, junto con su cuñado Brad McPherson, era testigo en el caso. Los abogados de Anderson III se opusieron a esta solicitud, argumentando que la familia era muy unida y que la restricción de contacto sería una carga excesiva. Finalmente, Anderson, McPherson y otros amigos presentaron declaraciones juradas en las que afirmaban que la familia vivía cerca y se comunicaba diariamente.
Este incidente, que casi arruina la vida de Bettina Anderson, es un recordatorio de que incluso en los círculos más exclusivos, la ley puede aplicar su peso.