Este enfoque busca evitar que el conflicto en la región se agrave aún más. Mientras que la administración Joe Biden reconoce el derecho de Israel a responder, espera que lo haga sin provocar una escalada significativa en la violencia.
A diferencia de abril, cuando Biden alentó a Israel a actuar con más agresividad tras la interceptación de drones y misiles, actualmente el tono es más cauteloso. Un alto funcionario del gobierno señaló que nadie está sugiriendo que Israel se abstenga de actuar, pero se enfatiza la necesidad de una respuesta meditada. Esto contrasta con la postura anterior, donde la administración estadounidense presionó a Israel a aceptar que Irán había causado daños limitados.
Las tensiones en la región han ido en aumento, y las conversaciones para negociar un alto el fuego han sido en su mayoría infructuosas. Biden, cada vez más preocupado por la situación, ha señalado que la escalada de violencia podría amenazar no solo a Israel, sino también los intereses estratégicos de Estados Unidos en la región. El desafío es aún mayor con las elecciones presidenciales estadounidenses a la vista, lo que añade una capa de complejidad a la crisis.
El reciente ataque iraní superó la escala de agresiones previas y fue calificado por Biden como "descarado". A pesar de que los esfuerzos de defensa conjunta entre Estados Unidos e Israel resultaron efectivos, se espera que Israel lleve a cabo un contraataque más contundente, aunque se ha descartado un ataque directo a las instalaciones nucleares de Irán en este momento.
Biden ha dejado claro que no apoya un ataque israelí a estas instalaciones nucleares, argumentando que tal acción podría desatar un conflicto aún mayor en la región. Sin embargo, algunos líderes israelíes, incluido el primer ministro Benjamín Netanyahu, pueden considerar un ataque de este tipo como una forma de eliminar una amenaza existencial para Israel.
A pesar de que Estados Unidos está monitoreando de cerca cualquier actividad relacionada con el programa nuclear iraní, actualmente no hay señales de cambios significativos en la postura de Irán. No obstante, la preocupación persiste sobre la posibilidad de que Irán intensifique su programa nuclear como respuesta a las acciones israelíes en Gaza y Líbano.
Con la festividad judía de Rosh Hashaná en el horizonte, se anticipa que Israel podría demorar su respuesta. Este tiempo adicional podría dar espacio para la reflexión, pero también aumenta las tensiones en un contexto ya frágil. La Casa Blanca es consciente de que las decisiones de Israel en las próximas semanas pueden tener repercusiones significativas no solo en la política regional, sino también en el escenario electoral estadounidense.