Sin embargo, el ambiente cambió de repente.
Cedric Richmond, el co-presidente de la campaña de Harris, sorprendió a todos con una declaración que puso en duda el resultado de la elección. "Todavía tenemos votos por contar. Todavía hay estados que no se han declarado. Seguiremos luchando toda la noche para asegurarnos de que cada voto se cuente, que cada voz se escuche", dijo Richmond. "Así que no la escucharán a la vicepresidenta esta noche, pero la escucharán mañana".
La noticia tomó por sorpresa a la comunidad política y a los medios de comunicación. De repente, la euforia de una posible victoria se transformó en un clima de incertidumbre. La victoria de Donald Trump en estados clave como Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania y Wisconsin, junto con sus resultados en Nevada, Michigan y Arizona, le otorgaban una ventaja significativa en el Colegio Electoral.
La atención se centraba ahora en la posibilidad de que Harris, a pesar de no haber reconocido la derrota, pudiera obtener suficiente apoyo para cambiar el curso de la elección. La incertidumbre se extendía en el ambiente, mientras la nación esperaba con cautela el desenlace final de esta reñida contienda.