El cambio en la percepción de los líderes europeos es notable. Hace apenas seis meses, existía un temor generalizado de que las negociaciones rápidas impulsadas por Trump pudieran resultar en un acuerdo que favoreciera a Rusia, perjudicando así a Ucrania. Sin embargo, la realidad en el terreno ha llevado a un reconocimiento de que una solución más pragmática podría ser necesaria, incluso si esto implica dialogar con Moscú.
La administración de Trump, aunque aún en formación, parece mostrar una inclinación hacia la resolución diplomática, contrastando con la postura de su predecesor. No obstante, persisten inquietudes sobre cómo se manejarán las posibles concesiones a Rusia. Los líderes europeos, aunque abiertos a la diplomacia, temen que Trump pueda aceptar demandas rusas que comprometan la soberanía de Ucrania.
En este contexto, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha elogiado la firmeza de Trump hacia Moscú, pero también ha manifestado su escepticismo respecto a las conversaciones directas con Vladimir Putin, temiendo que estas no conduzcan a resultados concretos. La situación interna en Ucrania también está evolucionando; aunque Kiev mantiene su objetivo de recuperar todos los territorios ocupados, un creciente número de ciudadanos está considerando la posibilidad de concesiones territoriales. Según una encuesta reciente, el 32% de los ucranianos estaría dispuesto a ceder parte de su territorio a cambio de un alto al fuego, un aumento significativo respecto al 14% del año anterior.
A pesar de este cambio de perspectiva, la mayoría de los ucranianos se resisten a aceptar cualquier acuerdo que implique reconocer la pérdida de tierras. El "plan de victoria" de Zelensky sigue centrado en la obtención de armas y garantías de seguridad para disuadir futuras agresiones rusas. Según el presidente, cualquier acuerdo de paz debe ir más allá de un simple alto el fuego, ya que de lo contrario, Rusia podría rearmarse y reanudar la invasión.
En Europa, la incertidumbre sobre la postura de Trump es palpable. Los funcionarios europeos temen que el presidente electo pueda adoptar un enfoque que no favorezca los intereses a largo plazo de Ucrania, especialmente si las negociaciones con Putin no se realizan de buena fe. Sin embargo, algunos líderes europeos, como el primer ministro húngaro Viktor Orban, apoyan la idea de un fin rápido de la guerra, una postura que ha ganado apoyo incluso en naciones que tradicionalmente han sido más reticentes a una paz rápida con Moscú.
Finalmente, la posibilidad de que las tropas europeas asuman un papel de supervisión en un cese al fuego se presenta como una opción a considerar, especialmente si Estados Unidos decide reducir su apoyo a Ucrania. No obstante, esta idea enfrenta desafíos políticos significativos, particularmente en países como el Reino Unido y Francia, que podrían ver esta intervención como una responsabilidad demasiado arriesgada. A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, la política de apoyo a Ucrania sigue siendo un tema central en el debate internacional.