Según fuentes cercanas al caso, Dong Yuyu, un periodista de 62 años, fue arrestado en febrero de 2022 mientras cenaba con un diplomático japonés en Pekín. La acusación formal no llegó hasta marzo de 2023, en la que se le culpó de filtrar información al personal de la Embajada nipona.
La familia de Dong ha expresado su indignación ante la condena, calificándola de "grave injusticia" no solo para él, sino para todos los periodistas chinos con pensamiento libre y para todos los ciudadanos de a pie comprometidos con relacionarse amistosamente con el resto del mundo. "Yuyu será ahora conocido como un traidor en su propio país, en lugar de ser reconocido como una persona que siempre luchó por conseguir una sociedad china mejor", señala su familia.
La carrera de Dong floreció en una época en la que China fomentaba los intercambios con el extranjero. Se unió al Guangming Daily en 1987 y llegó a escribir artículos para la edición en chino de The New York Times. También coeditó un libro que promovía el estado de derecho en China.
La condena de Dong es solo un ejemplo más de la represión que sufre la prensa en China. Según Reporteros Sin Fronteras, China ocupa el puesto 172 de 180 en la última clasificación sobre libertad de prensa. Los medios de comunicación están estrechamente en línea con la visión oficial del Partido Comunista, y los periodistas chinos tienen muchas trabas para colaborar con publicaciones extranjeras.
La familia de Dong ha comunicado que, en el fallo, se nombró específicamente a los diplomáticos japoneses con los que Dong se había reunido como "agentes de una organización de espionaje". Son el exembajador japonés en China, Hideo Tarumi, y otro diplomático cuyo nombre no se ha revelado.
La respuesta de la Cancillería china a la condena de Dong ha sido silenciosa. Sin embargo, la comunidad internacional ha expresado su preocupación ante la represión que sufre la prensa en China. La condena de Dong es un ejemplo más de la importancia de defender la libertad de expresión en todo el mundo.