Según la organización civil Comité por la Paz y el Desarrollo (CPD), "un poderoso líder pandillero decidió castigar cruelmente a todas las personas mayores y practicantes de vudú que, en su imaginación, serían capaces de lanzar un mal hechizo sobre su hijo". Esta creencia errónea ha llevado a la muerte de casi 200 personas, incluyendo 127 ancianos, en un acto de violencia que ha sido calificado como "un ataque directo a la humanidad" por la oficina del primer ministro Alix Didier Fils-Aime.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha condenado la "horrible" violencia, que ha dejado a la comunidad internacional en shock. La masacre ha sido descrita como un "acto de barbarie" y "de crueldad insoportable" por el gobierno haitiano.
El vudú, una religión que fue traída a Haití por esclavos africanos, ha sido históricamente atacada por otras religiones. A pesar de ser reconocida como religión oficial por el gobierno haitiano en 2003, sigue siendo objeto de persecución y violencia.
La situación en Haití es cada vez más crítica, con pandillas que controlan 80% de Puerto Príncipe. A pesar de la misión policial de apoyo dirigida por Kenia y respaldada por Estados Unidos y la ONU, la violencia ha seguido aumentando. Más de 700.000 personas están desplazadas internamente en Haití, la mitad de ellas niños.
Los asesinatos del fin de semana elevan el número de muertos en el país este año a 5.000, según Estados Unidos. La comunidad internacional debe tomar medidas urgentes para abordar la crisis en Haití y proteger a la población de la violencia y la persecución.