Según fuentes allegadas a Bloomberg, el equipo de transición del presidente electo Donald Trump está en conversaciones con los gobiernos de México y El Salvador. Estas conversaciones, descritas como detalladas y a veces indirectas, giran en torno a un asunto crucial: la aceptación de un flujo masivo de migrantes que Trump planea expulsar de Estados Unidos.
Más allá de las declaraciones públicas de Trump, se revela una intensa actividad diplomática, en la que incluso empresarios actúan como intermediarios. La información, aunque no revela nombres específicos, insinúa una red de contactos que van más allá del ámbito político tradicional. “Son negociaciones complejas, con múltiples actores involucrados”, comentó una fuente anónima cercana a las negociaciones.
Este no es un escenario inédito para México. Durante la anterior administración Trump, nuestro país ya aceptó la recepción de migrantes deportados, justificado entonces con “razones humanitarias”. Sin embargo, esta vez la situación es considerablemente más compleja. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha declarado públicamente que México no aceptará deportaciones masivas de migrantes que no sean mexicanos.
La presión sobre México y El Salvador es innegable. Trump ha reiterado sus planes de deportación masiva, advirtiendo a Canadá y México sobre las consecuencias económicas para sus países si no colaboran. “Perdemos mucho dinero con México. Perdemos mucho dinero con Canadá… Estamos subsidiando a Canadá. Estamos subsidiando a México”, afirmó Trump recientemente. Además, ha lanzado una severa advertencia a Venezuela, amenazando con duras sanciones económicas si no acepta el retorno de sus ciudadanos.
Mientras tanto, la incertidumbre sobre el alcance y los detalles de estas negociaciones internacionales sigue presente. La opacidad que rodea las conversaciones entre los tres países deja abierta la puerta a diversas interpretaciones y posibles desenlaces en el futuro inmediato.