En noviembre, la nacionalidad venezolana superó a la mexicana en el número de personas intentando cruzar la frontera sin visa. Casi 67,000 venezolanos lo intentaron, según datos del Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), con un 82% ingresando ilegalmente. Este incremento, notable comparado con meses anteriores, se inserta en un contexto mayor: más de 250,000 venezolanos intentaron cruzar la frontera en el año fiscal 2023, contribuyendo a una cifra récord de migrantes y solicitantes de asilo.
Pero ¿qué impulsa esta migración masiva? La respuesta reside en la persistente crisis política, económica y social en Venezuela. "La situación es desesperada," comenta un experto en migraciones consultado por nuestro medio, haciendo referencia a la falta de oportunidades y a la inseguridad reinante en el país. Esta realidad no se limita a Venezuela; países vecinos como Colombia y Brasil también sufren un éxodo, creando una cadena de migración regional.
La situación se complica por el hecho de que, históricamente, los venezolanos han enfrentado menos riesgos a la deportación una vez que cruzan la frontera estadounidense. Esta situación, sumada a las políticas migratorias de Estados Unidos, ha generado una presión significativa sobre el sistema migratorio norteamericano, a pesar de una leve disminución en el número de cruces ilegales en comparación con el año anterior.
El impacto se extiende más allá de la frontera estadounidense. Más de 59,000 venezolanos cruzaron la peligrosa selva del Darién en noviembre, según cifras panameñas. Esta ruta, conocida por sus riesgos extremos, se ha convertido en una vía cada vez más transitada hacia Estados Unidos.
Ante este panorama, el gobierno de Biden ha reaccionado con nuevas medidas. Entre ellas, destacan: la levántada de algunas sanciones al sector petrolero venezolano, con la esperanza de incentivar un acuerdo político interno; la reanudación de las deportaciones de venezolanos, una acción no tomada en años; y la contemplación de ayuda exterior para Panamá en sus esfuerzos de deportación de migrantes.
Mientras tanto, en Venezuela, la incertidumbre persiste. Las elecciones presidenciales de 2024 y las acciones de la oposición, liderada por figuras como María Corina Machado, cuya descalificación por el régimen ha exacerbado las tensiones, configuran un futuro incierto que podría influir directamente en el flujo migratorio.
La situación actual presenta un complejo entramado de factores, evidenciando la necesidad de soluciones integrales y un enfoque regional para abordar este desafío humanitario.