El foco inicial se centró en el daño material: ventanas destrozadas, ladrillos pulverizados, el eco de una detonación que resonó en el vecindario. Detalles que, a simple vista, podrían pasar por un accidente, un incidente más en la convulsa realidad geopolítica actual.
Pero el epicentro de la tragedia se encuentra en la figura del Teniente General Igor Kirillov, de 54 años, jefe de las fuerzas militares de defensa nuclear, biológica y química de Rusia. Su muerte, junto con la de su asistente, ocurrió a las puertas de su edificio de apartamentos, a consecuencia de una bomba detonada en un patinete, según reportes preliminares de la prensa rusa. Un hecho que rápidamente escaló a la escena internacional, desatando un debate que traspasa las fronteras.
"Un criminal de guerra y un objetivo completamente legítimo", declaró un funcionario del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), bajo condición de anonimato, asumiendo la responsabilidad del atentado. Esta declaración, sin embargo, no ha sido confirmada oficialmente por el gobierno ucraniano. La misma fuente apuntó que el SBU ha registrado más de 4800 casos de uso de armas químicas por parte de Rusia en Ucrania desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022. Esta cifra, aunque significativa, es un dato que requiere de una verificación independiente.
Kirillov, sancionado por países como Reino Unido y Canadá por su rol en la guerra de Ucrania, había sido acusado por el SBU el día anterior al ataque de ordenar el uso de armas químicas prohibidas. Él, por su parte, había sido una figura clave en la difusión de acusaciones, ampliamente refutadas por Occidente, sobre el uso de agentes tóxicos por parte de Ucrania. Se le recuerda por sus numerosas conferencias de prensa en las que presentaba estas acusaciones, calificadas de propaganda por Kiev y sus aliados.
La investigación, a cargo de la principal agencia investigadora estatal de Rusia, ha clasificado el suceso como un acto de terrorismo. Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, lo describió como un intento de desviar la atención de los reveses militares ucranianos, prometiendo un castigo inevitable para los responsables. Este incidente se suma a una lista de muertes selectivas de figuras clave relacionadas con el conflicto, incluyendo a Darya Dugina en 2022, Vladlen Tatarsky en 2023 y Illia Kiva en diciembre de 2023. Cada caso, con sus propias peculiaridades, ha contribuido a incrementar las tensiones geopolíticas en la zona.
Las autoridades rusas han anunciado su compromiso con la justicia, mientras que la prensa internacional se mantiene a la expectativa de nuevos datos que arrojen luz sobre este evento de consecuencias impredecibles.