El incidente ocurrió cerca del muro fronterizo, en el norte de México. Un grupo de migrantes, engañados por información falsa difundida en redes sociales sobre la apertura de un paso fronterizo, se encontraban en el borde del río esperando su oportunidad. La promesa de un acceso facilitado al sueño americano se convirtió en una cruda experiencia.
Según Wuiliany Gutiérrez, una migrante venezolana, “Nos empezaron a disparar perdigones. A una niña le pegaron en la cara y a un señor le pegaron en el pecho, lo tuvimos que sacar corriendo, desmayado porque no respondió y se lo tuvo que llevar la ambulancia”. Su testimonio revela la brutalidad del momento. La desesperación, el frío y la incertidumbre se sumaron a la violencia sufrida.
Edinson Hernández, otro migrante venezolano, comparte la angustia colectiva: “Nuestra demanda es de auxilio, mientras las autoridades estadounidenses advierten ‘que si pasamos para allá nos van a lanzar bombas’”. La situación se describe como una paradoja: la búsqueda de asilo y refugio se enfrenta a la amenaza de la fuerza.
Las autoridades estadounidenses justificaron el uso de bolas de pimienta alegando que los migrantes no obedecían las órdenes de detenerse. Sin embargo, Wuiliany relata la odisea de horas de espera, trasladándose de un punto a otro de la frontera: “Estamos desde las 2:00 horas de la madrugada (8:00 GMT) caminando con frío, metiéndonos al agua, estoy mojada. Ayer nos pasaron el informe que iban a abrir la puerta 36. De la 32 nos mandaron a la 36. De aquí nos están mandando a la 40”.
La Patrulla Fronteriza del sector de El Paso desmintió los rumores de apertura fronteriza, atribuyendo la información falsa a redes sociales y organizaciones criminales. Mientras tanto, miles de migrantes se concentran en Ciudad Juárez, alimentados por la esperanza y la desesperación, esperando una oportunidad que parece cada vez más lejana.
El incidente ha generado indignación y revive el debate sobre las políticas migratorias en la región. Las imágenes del enfrentamiento, la vulnerabilidad de los migrantes y la respuesta de las autoridades dibujan un panorama complejo de la crisis humanitaria en la frontera. Las historias de Wuiliany y Edinson son un reflejo de la realidad de muchos otros.