La protagonista de esta historia es Svetlana Dali, una ciudadana rusa de 57 años. Su nombre se ha vuelto sinónimo de una audaz -y fallida- maniobra para evitar los controles de seguridad en el Aeropuerto JFK de Nueva York. El 26 de noviembre, en plena temporada alta, Dali logró colarse en un vuelo de Delta hacia París sin boleto ni pase de abordar. “La persona pasó por alto dos estaciones de verificación de identidad y estado de embarque y abordó el avión”, reconoció un portavoz de la TSA, la Administración de Seguridad del Transporte.
¿Cómo lo logró? Aparentemente, se mezcló con la tripulación de otro vuelo de Air Europa, aprovechando la confusión del día y, según se rumorea, la presencia de asientos vacíos en el vuelo 264 de Delta. Una vez a bordo, su comportamiento llamó la atención de una azafata al usar repetidamente los baños traseros. Al ser interrogada, se descubrió su intrincada estrategia: polizona a bordo de un vuelo internacional.
Detenida en París, Dali solicitó asilo, una solicitud que le fue negada. Francia, según un comunicado del Ministerio del Interior, “no la admitió en territorio francés por falta de un documento de viaje válido (visa) y la redireccionó a Estados Unidos, ya que tenía un permiso de residencia estadounidense vigente.”
De vuelta a Nueva York el 4 de diciembre, fue arrestada por el FBI, pero posteriormente liberada con restricciones. Debía someterse a tratamiento de salud mental y permanecer en Filadelfia, con excepciones para asistir a la corte o reunirse con su abogado. Sin embargo, Dali cortó su brazalete electrónico y trató de huir a Canadá en un autobús Greyhound desde Buffalo. Su intento fracasó. Fue detenida y se emitió una orden de arresto por violar su libertad condicional. Actualmente, se encuentra bajo custodia de las autoridades y está siendo representada por los Defensores Federales de Nueva York.
Delta Airlines, por su parte, admitió fallas en sus procedimientos de seguridad, afirmando que “la desviación de los procedimientos estándar es la causa principal de este evento”. El incidente ha generado una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad en el JFK, en particular en lo referente a la verificación de identidad y el embarque de pasajeros.
Este caso ha dejado en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad, incluso en los aeropuertos más transitados del mundo, y ha generado un debate sobre la necesidad de mejorar los protocolos para prevenir situaciones similares en el futuro. La investigación continúa.