Esta semana, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), ofreció una perspectiva cautelosa sobre el impacto económico potencial de las políticas arancelarias anunciadas por el entonces presidente electo Donald Trump. La declaración, realizada tras la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), donde se decidió una reducción de un cuarto de punto en las tasas de interés, marcó un tono de prudencia y espera.
"Es muy prematuro intentar llegar a algún tipo de conclusión," afirmó Powell. Sus palabras destacaron la incertidumbre inherente a la situación, ya que las potenciales medidas arancelarias aún no se habían concretado. Señaló explícitamente la falta de claridad sobre los productos, países, plazos e incluso la posibilidad de represalias comerciales, factores cruciales para evaluar sus consecuencias. “No sabemos si serán aranceles de represalia. No sabemos la transmisión de todo eso a los precios al consumidor,” explicó, subrayando la complejidad del análisis.
La decisión de la Fed de reducir las tasas de interés por tercera vez consecutiva, llevándolas a un rango del 4.25 al 4.5 por ciento, se enmarcó dentro de este contexto de incertidumbre. Aunque la medida busca estimular el crecimiento económico, Powell enfatizó la necesidad de una evaluación cuidadosa antes de hacer predicciones concretas sobre el impacto de los aranceles. “Necesitamos tomarnos nuestro tiempo, no apresurarnos y hacer una evaluación muy cuidadosa,” recalcó.
Entre las amenazas arancelarias de Trump estaban los aranceles del 25 por ciento a las importaciones de México y Canadá, y un aumento del 10 por ciento a las importaciones de China, acciones que –según sus declaraciones– estaban relacionadas con el tráfico de fentanilo.
Powell, cuyo mandato concluye en mayo de 2026, reiteró la postura de esperar para realizar un análisis completo: “Estamos en la etapa de hacer lo que otros pronosticadores están haciendo, que es pensar en las preguntas, pero sin intentar llegar a respuestas definitivas por algún tiempo.”
El panorama económico, por lo tanto, permanece en un estado de fluida adaptación a las variables cambiantes, requiriendo un enfoque analítico mesurado.