Un aumento en la actividad, no precisamente la humana, ha puesto en alerta a algunos. La clave está en los datos del mapa mundial del contador Geiger. Este instrumento, habitualmente utilizado para medir la radiación ambiental, ha registrado esta semana niveles preocupantes en dos zonas específicas de Nueva York, superando el umbral de seguridad establecido en 200 conteos por minuto. Registros similares se han detectado en Connecticut. La coincidencia con los recientes avistamientos de drones no ha pasado desapercibida.
El analista político Gordon Chang, autor de Plan Rojo: El proyecto de China para destruir Estados Unidos, ha establecido una posible conexión. En una entrevista con Forbes, Chang sugiere que estos drones podrían estar buscando algo muy específico: "Ha habido informes de picos de radiación a ambos lados del río Hudson. Esto lleva a pensar que tal vez estén buscando un arma nuclear implantada".
Chang, conocido por sus posturas contundentes, no se limita a la especulación. Él relaciona estos sucesos con la crisis de los "globos espía" chinos de 2023, criticando la respuesta del gobierno federal. Para el analista, la situación es grave y requiere preparación. Su advertencia es clara: "Prepárense para lo peor".
El experto detalla las posibles consecuencias de un escenario catastrófico:
- Pánico generalizado.
- Colapso temporal del gobierno.
Recomendando a la población contar con suministros básicos como: alimentos, agua potable y pastillas de yodo. También destaca la posibilidad de que actores como Corea del Norte introduzcan componentes nucleares al país para su ensamblaje.
Chang contextualiza estos eventos dentro del complicado panorama geopolítico actual, marcado por las tensiones entre Rusia y China. En sus palabras: "Estamos viviendo un momento de enorme peligro. Este no es un tiempo de paz, y necesitamos liderazgo honesto para enfrentar esta realidad".
Mientras tanto, las autoridades mantienen un silencio cauteloso, y la investigación sobre los drones y los picos de radiación continúa. La incertidumbre, por ahora, prevalece en la ciudad que nunca duerme.