El pasado mes, Richard Allen fue declarado culpable por el asesinato de Abigail Williams (13 años) y Liberty German (14 años). El juicio, que mantuvo a la pequeña ciudad con el aliento suspendido, culminó con una sentencia que resonará por mucho tiempo: 130 años de prisión, 65 por cada una de las víctimas.
La tragedia ocurrió el 13 de febrero de 2017. Las chicas salieron a caminar por la tarde y nunca regresaron. Sus cuerpos fueron hallados al día siguiente, con heridas de arma blanca en el cuello. Lo irónico, y crucial para la investigación, es que Libby había grabado a Allen con su teléfono celular mientras cruzaban una vía férrea abandonada. Esa grabación, una pieza clave en un rompecabezas que parecía interminable, se convirtió en la prueba irrefutable.
A pesar de esta evidencia, y de múltiples confesiones de Allen –en persona, por teléfono y por escrito– presentadas durante el juicio, pasaron cinco largos años hasta su arresto en 2022. Sus abogados defensores, luchando contra una montaña de pruebas, intentaron convencer al jurado de su inocencia, pero la evidencia fue demasiado contundente.
La jueza Fran Gull dictó la sentencia en una audiencia que duró aproximadamente una hora, cerrando un capítulo doloroso para Delphi. "Se hizo justicia a las niñas," declaró Mike Patty, abuelo de Libby, en nombre de ambas familias, expresando su gratitud al jurado por su dedicación y el tiempo invertido en el caso. "Quiero agradecer a los jurados, que se tomaron un tiempo de sus vidas... por eso siempre estaré agradecido".
Por su parte, la defensa de Allen se limitó a breves declaraciones posteriores a la audiencia, insinuando la intención de apelar la sentencia. El futuro judicial de este caso, aún con la condena, parece lejos de concluir.