Dos ex agentes del Mossad, identificados como Michael y Gabriel en un reportaje de CBS News, desvelaron una operación encubierta de proporciones sin precedentes. Se trata de un plan que se extendió por una década, involucrando la venta de miles de dispositivos electrónicos aparentemente inocuos, pero con una letal sorpresa en su interior.
"Hemos creado un mundo ficticio. Somos una productora global. Escribimos el guion, dirigimos, producimos y actuamos, y el mundo es nuestro escenario," explicó Michael, describiendo la creación de compañías pantalla para enmascarar la procedencia israelí de los equipos.
La operación comenzó hace 10 años con la venta a Hezbolá de más de 16,000 walkie-talkies, a un "buen precio," según Michael. La clave residía en la ingeniosa colocación de explosivos dentro de las baterías, cerca del corazón del usuario, tal como detalló: "El dispositivo explosivo estaba oculto dentro de las baterías, usualmente cerca del corazón del usuario".
Dos años después, la estrategia se amplió para incluir 5,000 pagers, adquiridos por Hezbolá de una empresa fantasma que imitaba a la compañía taiwanesa Gold Apollo. "Cuando compraban de nosotros, no tenían ni idea de que estaban comprando al Mossad," aseguró Gabriel, enfatizando la manipulación de la información.
Los explosivos, según Gabriel, fueron meticulosamente diseñados: "Probamos todo tres, dos, varias veces para asegurarnos de que el daño sea mínimo". Incluso se seleccionó un tono de llamada específico para incentivar la rápida revisión del mensaje entrante, maximizando el impacto del dispositivo.
En septiembre de 2024, la activación simultánea de los dispositivos provocó una ola de explosiones a lo largo de Líbano, principalmente en zonas con alta presencia de Hezbolá. Los hospitales se vieron desbordados por el número de víctimas, muchas de ellas con heridas graves. Se habla de víctimas incluso cerca del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah.
El ataque, que dejó miles de heridos y muertos, fue seguido por una intensa ofensiva aérea e incluso una invasión terrestre, culminando en un alto al fuego el 26 de noviembre. Las consecuencias del operativo y sus implicaciones legales internacionales aún se discuten.
La ONU, a través del alto comisionado para los derechos humanos Volker Turk, condenó enérgicamente los ataques, calificándolos de "una violación del derecho internacional de los derechos humanos y, en su caso, del derecho internacional humanitario."