El discurso, una mezcla característica de promesas contundentes y afirmaciones audaces, prometía un cambio radical en la política estadounidense, particularmente en la relación con México.
La atención se centró rápidamente en sus declaraciones sobre el narcotráfico. Donald Trump anunció sin ambages su intención de declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, una medida que, según él, implicaría la movilización inmediata de "todo el poder de las fuerzas de seguridad federales: el ICE, la Patrulla Fronteriza, la DEA, la comunidad de inteligencia y sanciones financieras." La promesa incluía la deportación, el desmantelamiento y la destrucción de las redes criminales operando en suelo estadounidense.
Más allá de la retórica de mano dura, Trump también reveló una peculiar campaña contra el consumo de drogas, cuyos detalles permanecen aún vagos, aunque prometió una inversión considerable, si bien aclaró que sería "comparativamente" menor. Este anuncio recordó a la guerra contra las drogas de la era Nixon, con sus icónicas campañas de concientización.
En un giro inesperado, Trump mencionó su conversación telefónica con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, a quien describió como "una mujer encantadora y maravillosa". Esta declaración contrasta con sus anteriores amenazas de imponer aranceles del 25% a México, a menos que se tomaran medidas drásticas contra el tráfico de fentanilo, responsable de aproximadamente 70,000 muertes por sobredosis en 2023 en Estados Unidos. Trump reiteró su postura firme sobre la necesidad de frenar el flujo de fentanilo, señalando que "no permitirá que esto continúe."
El discurso no se limitó a la política exterior. Trump también abordó la reciente crisis en el Capitolio y la inesperada intervención de Elon Musk, negando cualquier cesión de poder y descartando la posibilidad de que Musk, nacido en Sudáfrica, pudiera aspirar a la presidencia. "No lo será, se los puedo garantizar. ¿Saben por qué? Porque no nació aquí", afirmó.
Finalmente, Trump volvió a tocar un tema controvertido: el Canal de Panamá. Amenazó con reafirmar el control estadounidense sobre la infraestructura, alegando tarifas excesivas y la posibilidad de que caiga en "manos equivocadas", una insinuación velada a la posible influencia china, a pesar de que China no controla ni administra el canal. La gestión de dos puertos en las entradas del canal por una filial de CK Hutchinson Holdings, con sede en Hong Kong, añade una capa de complejidad a la situación.