Vladimir Putin, quien celebra un cuarto de siglo en el poder, enfrenta un nuevo desafío: la inesperada y significativa vuelta al poder de Donald Trump en Estados Unidos. El panorama, tras la reelección de Trump, dista mucho de las celebraciones que cabría esperar en Rusia. Recordemos que en 1999, Boris Yeltsin cedió el poder a un entonces desconocido Putin, un ex agente del KGB, con la esperanza de un futuro mejor para Rusia tras la convulsa caída de la Unión Soviética. “¿Por qué aferrarse al poder seis meses más cuando el país tiene un líder fuerte?”, dijo Yeltsin en aquel entonces.
Las victorias militares rusas en el Donbas y la ausencia de una oposición política fuerte en el país, tras la muerte de Alexey Navalny, parecían apuntar a una consolidación del poder de Putin. Sin embargo, las declaraciones de Trump prometiendo un fin rápido a la guerra en Ucrania pintan un panorama complejo y lleno de incógnitas.
“Es una de las cosas que quiero hacer y rápidamente – y el presidente Putin dijo que quiere reunirse conmigo lo antes posible,” declaró Trump en un evento reciente en Arizona. Esta declaración, sin dejar lugar a dudas, generó preocupación en el Kremlin. La guerra en Ucrania ha implicado un esfuerzo titánico para Rusia, incluyendo un cambio radical en su economía, alianzas estratégicas con Corea del Norte e Irán, y su inclusión en la lista de buscados de la Corte Penal Internacional.
Si bien existen puntos en común entre ambos líderes, como una marcada inclinación por desafiar las normas establecidas en política exterior, el impredecible estilo de Trump genera incertidumbre en el Kremlin. El nombramiento de Keith Kellogg, como enviado especial para Rusia y Ucrania, ha añadido otra capa de complejidad. Kellogg ha comparado el conflicto a una "pelea en jaula", donde Trump actuaría como árbitro. “Necesitas un árbitro para separarlos,” comentó Kellogg en Fox Business. “Creo que el presidente Donald J. Trump puede hacer eso…"
Tanto Zelensky como Putin han insinuado una voluntad de negociación, aunque las declaraciones se mantienen en un plano general, sin detalles concretos. Putin, en su conferencia de prensa de fin de año, insistió en una postura de fuerza, recalcando los logros de Rusia en Siria, a pesar de la caída del régimen de Assad. Expertos como Hanna Notte, del James Martin Center for Nonproliferation Studies, señalan que Rusia aún posee "cartas de negociación" en Medio Oriente, especialmente su posición en el Consejo de Seguridad de la ONU.
A nivel económico, a pesar del discurso optimista de Putin, la realidad es distinta. Alexandra Prokopenko, del Carnegie Russia Eurasia Center, advierte que la economía rusa, sobreestimulada por la guerra, podría estar cerca de un punto de crisis. “Cada mes que pasa intensifica la presión,” escribió Prokopenko. La sostenibilidad del “contrato social” entre el Estado y la población rusa, basada en la estabilidad a cambio de una disminución en la calidad de vida, se ve cada vez más amenazada.
Putin llegó al poder hace 25 años prometiendo un gobierno firme tras el trauma de la era Yeltsin. Ahora, él y Rusia se enfrentan a Trump en un nuevo periodo de incertidumbre.