Los preparativos no se limitan a compras de despensa o reuniones familiares; hay una sensación diferente, profunda, que se respira en el aire. El epicentro de esta tensión son los anuncios televisivos. Decenas de ellos, en canales de habla hispana, ofrecen servicios legales de abogados especializados en migración. Estos anuncios, una respuesta directa al temor generalizado a las deportaciones masivas, se han multiplicado exponencialmente en las últimas semanas, a raíz de las declaraciones del próximo presidente de Estados Unidos.
El nombre de Donald Trump resuena con fuerza en cada conversación. Sus promesas de campaña, especialmente en cuanto a una política migratoria más restrictiva, han generado una oleada de pánico entre los millones de inmigrantes indocumentados que residen en el país. “El problema ya no será solo las personas que están del otro lado de la frontera queriendo venir a Estados Unidos, sino las que viven aquí”, señala Andrea Maldonado, abogada que asesora a la organización sin fines de lucro Practice Mercy, describiendo la situación con una precisión escalofriante.
Pero la realidad es compleja. Si bien la demanda de servicios legales ha aumentado dramáticamente, el acceso a ellos es un lujo para muchos. Los honorarios de estos abogados son exorbitantes, dejando a la mayoría de los afectados sin opciones. Organizaciones como Practice Mercy trabajan incansablemente para paliar esta situación, ofreciendo asesoría legal gratuita, pero sus recursos son limitados.
El panorama se complica aún más si consideramos el papel de las iglesias. Tradicionalmente, estas instituciones han servido como refugio para los migrantes en situaciones vulnerables. Sin embargo, la falta de protección legal que garantiza la inmunidad de estas instalaciones ante las redadas del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) es una preocupación constante. El pastor Ismael Flores, de la Iglesia de Nazareth en McAllen, refleja esta incertidumbre: “Hay que mantener la calma, pero movernos... y sé que muchos no lo tienen y me duele el corazón porque existe la posibilidad de que familias sean separadas”.
Alma Ruth, directora de Practice Mercy, describe la situación con una metáfora impactante: “Como si se estuvieran enfrentando al crimen organizado”. Su organización, junto con otras, enfrentan el desafío de proporcionar apoyo humanitario —comida, refugio, y orientación legal— en un contexto donde los recursos son escasos y las restricciones cada vez mayores, especialmente en el estado de Texas. La situación es crítica, y la incertidumbre sobre el futuro inmediato pesa sobre miles de familias.
La amenaza de separaciones familiares, el temor a la deportación, la incertidumbre económica... El miedo se ha instalado en el corazón de la comunidad migrante. Más allá de los anuncios televisivos, hay historias personales, silencios y esperanzas que quedan en suspenso.