Wasel Yousaf, coordinador de la sección estatal de Árabe-Estadounidenses por Trump, recuerda con una sonrisa su encuentro con el entonces candidato. “Hizo una broma sobre lo fuerte que le estaba estrechando la mano”, relata, mostrando una foto del evento. Yousaf, y muchos como él, votaron por Donald Trump, el presidente electo, a pesar de su pasado controvertido.
La "prohibición musulmana" de 2017, una orden ejecutiva que restringía la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana, generó una ola de protestas masivas. Sin embargo, el contexto actual ha modificado las perspectivas de muchos. El conflicto en Oriente Medio, y particularmente la guerra en Gaza, ha jugado un papel crucial en este cambio de opinión. La guerra, que ya ha dejado casi 45,000 muertos en Gaza según el Ministerio de Sanidad de la Franja de Gaza, ha generado una profunda desilusión con la administración Biden, percibida como incapaz de frenar los bombardeos israelíes tras los ataques de Hamás contra Israel que causaron la muerte de 1.200 personas y 250 rehenes.
La promesa de paz a través de la fuerza, uno de los pilares de la campaña de Trump, resonó con muchos votantes árabe-estadounidenses. “La mayoría busca la paz. La campaña de Trump señaló la paz a través de la fuerza”, afirma Yousaf, expresando la esperanza de un fin a los conflictos en Ucrania, Gaza, Yemen y Siria.
Sin embargo, no todos comparten el optimismo de Yousaf. Bilal Irfan, un estudiante de medicina que voluntariado en Cisjordania, expresa su escepticismo. “Hasta que no se produzca un cambio sustancial por parte de la administración estadounidense... Israel dictará el momento, el alcance y el grado del genocidio que quiera cometer a su antojo”, asegura Irfan, reflejando la preocupación de Amnistía Internacional y el Tribunal Internacional de Justicia sobre posibles violaciones de la Convención sobre el Genocidio por parte de Israel. Una afirmación negada enérgicamente por Israel, Alemania y Estados Unidos.
La elección de figuras como Mike Huckabee como embajador en Israel, quien declaró una vez que “en realidad no existe el palestino”, y Elise Stefanik para la embajada ante las Naciones Unidas, generan preocupación en activistas como Khalid Turaani. La postura de Stefanik en contra de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, despierta especial recelo en Turaani, cuya infancia transcurrió en un campo de refugiados palestinos en Siria. “Nuestro sustento, nuestra comida... provenía de la UNRWA. Mi educación… No teníamos nada más”, recuerda.
Mientras la transición de poder se acerca, negociaciones para la liberación de rehenes y un alto el fuego están en marcha. El fin del sufrimiento en Gaza, independientemente de quién lo logre, sería bien recibido. Pero la incertidumbre sobre las futuras políticas de Trump y su impacto en la vida de los palestinos y los estadounidenses árabes y musulmanes persiste.