Los detalles emergieron poco a poco. Se habló de una disputa familiar, de un pasado marcado por la inmigración desde Jamaica, de una vida que se desmoronó en una noche de diciembre. El nombre de Lewis Gordon, de 45 años, comenzó a asociarse con una tragedia inimaginable. Su ex esposa, Antoinette Stewart Gordon, de 47 años, se convirtió en víctima de un crimen que ha conmocionado a la comunidad.
La noche del 22 de diciembre, según la denuncia penal, la violencia irrumpió en el hogar. Un testimonio desgarrador, el de Brandon Stewart, hijo de la pareja y testigo presencial de los hechos, pintó un cuadro escalofriante. “Escuché gritos desde su habitación”, recordó el joven de 15 años. “Traté de abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave, así que la derribé y vi a mi papá estrangulando a mi mamá”.
La reacción de Brandon fue instintiva: intentar defender a su madre. En ese forcejeo, Gordon se volvió contra él, hiriendo al adolescente. Brandon, para escapar de la brutalidad, tuvo que saltar por una ventana, sufriendo un corte en la mano. Un escape desesperado de una escena que aún le persigue: “Todavía lo estoy procesando. Todavía estoy traumatizado”, confesó.
Las autoridades arrestaron a Gordon al día siguiente. La confesión del acusado, según Daily News, pesa como una losa sobre el caso. Se le imputan cargos graves: homicidio, posesión de armas y poner en peligro el bienestar de un menor. Todos estos cargos son, por supuesto, meras acusaciones; Gordon se presume inocente hasta que se demuestre su culpabilidad en un tribunal. Su detención preventiva, sin derecho a fianza, refleja la gravedad de la situación.
El suceso ha dejado una profunda huella en la familia y en la comunidad. Más allá de los cargos y las sentencias, queda la historia de una familia destrozada, una tragedia navideña que ha silenciado las luces festivas, sustituyéndolas por una profunda y dolorosa sombra.