El Ministerio del Interior español reveló recientemente datos oficiales que marcan un nuevo récord: al menos 46,843 personas llegaron a las Islas Canarias vía marítima en 2024. Esto representa un aumento del 17% con respecto al año pasado, consolidando a esta ruta atlántica como una de las más peligrosas del mundo.
Según el informe, Senegal y Mauritania son dos de los puntos de partida más comunes para estos viajes, muchos emprendidos por personas que huyen de "conflictos armados, pobreza o falta de oportunidades". El reporte también destaca la llegada de un pequeño pero significativo número de migrantes del sudeste asiático, un hecho que genera preocupación, ya que podría indicar que la ruta, lejos de disuadir, está atrayendo a personas de otros continentes.
Las imágenes de las llegadas, muchas veces en precarias embarcaciones conocidas como "cayucos", son impactantes. Una foto, tomada el 14 de septiembre de 2024, muestra un "cayuco" con 57 migrantes arribando al puerto de La Restinga, en El Hierro. Otra, del 18 de agosto, ilustra la llegada de 175 migrantes, entre ellos un niño pequeño que es atendido por los servicios de emergencia.
Pero más allá de las cifras, la tragedia humana es innegable. La organización Caminando Fronteras estima que más de 10,000 migrantes perdieron la vida en 2024 intentando llegar a las Islas Canarias. Un dato escalofriante que se refleja en sucesos como el naufragio de una embarcación en diciembre, donde 69 migrantes murieron, según autoridades de Malí. Este tipo de tragedias se han convertido en un triste recordatorio del peligro inherente a esta ruta.
El aumento de llegadas ha saturado los recursos locales, especialmente en la gestión de los más de 5,500 menores no acompañados que se encuentran actualmente en centros gubernamentales. Las negociaciones para la reubicación de estos menores en la península ibérica están estancadas, debido a un impase político entre los partidos nacionales sobre la aprobación de una nueva legislación para su distribución entre las 16 regiones autónomas de España. La situación es compleja, con implicaciones que van mucho más allá de las fronteras del archipiélago.
El final del año 2024 dejó un panorama complicado: un nuevo récord de llegadas, una alta cifra de muertes y una crisis humanitaria que requiere soluciones urgentes y una colaboración entre España, la Unión Europea y los países de origen de los migrantes.