Encontrar soluciones eficientes y equitativas es un reto que exige creatividad e innovación. Nueva York, un crisol de culturas y un epicentro económico, no es ajena a estos problemas. La congestión vehicular en Manhattan, especialmente en las zonas más céntricas, se ha convertido en un dolor de cabeza para residentes y visitantes. Ante esta situación, se ha implementado una solución audaz: la primera zona de cobro por congestión vehicular en Estados Unidos.
La iniciativa, impulsada por la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA) y respaldada por la gobernadora Kathy Hochul, establece un cargo de 9 dólares para los automovilistas que ingresen a ciertas áreas de Manhattan en horas pico. Esta medida, inicialmente propuesta con una tarifa de 15 dólares, fue revisada tras una pausa impuesta por la gobernadora en junio del año pasado debido a preocupaciones políticas relacionadas con las elecciones de noviembre y el aumento del costo de vida para los neoyorquinos. "Estamos trabajando en esto desde hace cinco años, pero si te quedas en el centro de la ciudad durante cinco minutos sabes que tenemos que lidiar con el problema del tráfico," afirmó el presidente de la MTA, Janno Lieber.
Se espera que este sistema, que abarca desde la parte inferior de Central Park hasta el extremo sur de Manhattan, reduzca el tráfico en un 10% y genere 15 mil millones de dólares para financiar proyectos de mejora del transporte público. La implementación no ha estado exenta de controversias. Un intento de Nueva Jersey por bloquear el plan en los tribunales federales, alegando daños ambientales, fracasó; sin embargo, el futuro de la iniciativa aún es incierto. Los republicanos presionan para que la administración Trump revoque la aprobación federal del programa.
El sistema de cobro es diferenciado:
- 9 dólares en horas pico.
- 2.25 dólares fuera de horas pico (9:00 a 17:00 hrs de lunes a viernes; 9:00 a 21:00 hrs fines de semana).
- 14.40 dólares para camionetas.
- 21.60 dólares para vehículos de carga pesada.
La implementación de esta medida representa un cambio significativo en la política de transporte urbano en Estados Unidos, abriendo un debate sobre la viabilidad y la equidad de este tipo de sistemas para gestionar el tráfico y financiar la infraestructura pública. El éxito de este proyecto en Nueva York podría sentar precedente para otras ciudades del país enfrentadas a problemas similares.