Más allá del humo y la destrucción visible, se esconde una cifra escalofriante: el número de víctimas mortales. El Sheriff del condado de Los Ángeles, Robert G. Luna, ha declarado en una rueda de prensa que "lamentablemente, creo que el número de muertos aumentará. Espero estar equivocado, pero creo que incrementará". Actualmente, la cifra oficial se mantiene en al menos cinco fallecidos, pero la magnitud del desastre dificulta la evaluación precisa de las pérdidas humanas.
La situación es calificada como "caótica" por el Sheriff Luna, quien describe algunas zonas como si "hubiera caído una bomba". Los esfuerzos de rescate se concentran en seis incendios activos, de los cuales sólo uno, el que afectó las montañas de Hollywood, se ha controlado completamente. Cuatro continúan fuera de control, y dos de ellos, los incendios de Palisades y Eaton, han arrasado más de 11,000 hectáreas.
Las autoridades enfrentan un reto monumental. Más de 180,000 personas están bajo órdenes de evacuación obligatoria, sin embargo, varios residentes se han arriesgado a regresar a sus hogares, exponiéndose a peligros adicionales. Hasta el momento, se estima que más de 1,900 estructuras han sido destruidas, principalmente en Palisades y Eaton, aunque se espera que la cifra aumente significativamente a medida que se pueda acceder a las zonas afectadas. Imágenes aéreas revelan la magnitud de la destrucción, mostrando extensas áreas con viviendas incineradas, muchas de ellas en la zona acaudalada de Palisades, donde el precio medio de una casa supera los tres millones de dólares.
El desafío se complica por la escasez de agua. Los hidrantes, vitales para las labores de extinción, se están quedando secos, generando críticas contra la gestión gubernamental. Mark Pestrella, Director de Obras Públicas del Condado de Los Ángeles, justificó la situación argumentando que el sistema "no está diseñado para combatir incendios forestales" y que la extracción de agua durante horas prolongadas "es insostenible". Este problema, reconocido como recurrente en grandes incendios anteriores, se presenta en medio de un invierno que se perfila como el segundo más seco en casi 150 años en el condado.
Se espera que los vientos de Santa Ana, que alcanzaron ráfagas de hasta 160 kilómetros por hora, disminuyan, ofreciendo un respiro a los esfuerzos de contención. Las advertencias de bandera roja se mantendrán hasta el viernes por la noche. Mientras tanto, el condado, el más poblado de Estados Unidos, ha paralizado escuelas, universidades, y eventos de entretenimiento y deportivos.
El incendio de Palisades, en particular, se perfila como uno de los más costosos en la historia de California. Las estimaciones preliminares de J.P. Morgan Insurance sobre las pérdidas aseguradas superan los 20 mil millones de dólares, una cifra que podría aumentar significativamente si los incendios no son controlados. AccuWeather, por su parte, proyecta daños totales entre 52 y 57 mil millones de dólares, una cifra que triplica los daños causados por el devastador incendio Camp de 2018.