En medio del caos y la destrucción, el presidente electo, Donald Trump, ha aprovechado la oportunidad para reavivar su conflicto con el gobernador de California, Gavin Newsom. A través de su red social, Truth Social, Trump ha lanzado una andanada de críticas, culpando directamente a Newsom por la magnitud de los incendios. Sus acusaciones apuntan a las políticas ambientales del estado, específicamente a la desviación de agua para la preservación de humedales y vida silvestre, alegando que esto ha dejado secos los hidrantes en zonas afectadas como Pacific Palisades. “¡Exigiré que este gobernador incompetente permita que fluya agua limpia y fresca a CALIFORNIA! Él tiene la culpa de esto,” escribió Trump, incluso pidiendo la renuncia de Newsom.
Trump afirma que la responsabilidad recae en la supuesta “grosera incompetencia y mala gestión del dúo Biden/Newscum”, señalando al “pez sin valor”, el delta smelt, como el causante de la escasez de agua para combatir los incendios. Esta narrativa, independientemente de su veracidad, encaja perfectamente en la estrategia política de Trump: presentar la gestión liberal de los estados demócratas como causante de caos y miseria.
Mientras tanto, el gobernador Newsom ha respondido a las críticas de Trump con una contundente declaración a Anderson Cooper de CNN: “Uno ni siquiera puede responder” a los ataques de Trump. “La gente está literalmente huyendo, la gente ha perdido sus vidas, los niños han perdido sus escuelas, las familias están completamente destrozadas, las iglesias están quemadas... este tipo quiso politizarlo”. Funcionarios de agua de California han aclarado que, aunque hubo problemas con la presión del agua en algunas áreas como Pacific Palisades, existía suficiente agua para combatir los incendios; el problema radicaba en la logística de su distribución eficiente en medio del caos.
El contraste es evidente. Mientras Newsom destaca la colaboración con la administración Biden y agradece la rápida respuesta federal, incluyendo la declaración de desastre mayor y el despliegue de recursos militares, Trump insiste en su narrativa, incluso después de una reunión con senadores republicanos. “Esto es una verdadera tragedia, y es un error del gobernador,” declaró Trump. “No tienen agua. Millones y millones de galones de agua que tienen, y la envían al Pacífico.”
Esta situación expone una profunda discrepancia ideológica entre ambos políticos, acentuada por la historia de enfrentamientos previos sobre la gestión forestal, las políticas ambientales y el cambio climático. La respuesta de Trump, calificada por muchos como errática e incluso insensible en medio de una tragedia, deja entrever un segundo mandato presidencial tan inestable como el primero, marcado por las disputas políticas y el uso de las redes sociales como campo de batalla.
El futuro se presenta incierto, con la necesidad de una reconstrucción multimillonaria y la posibilidad de nuevos conflictos entre California y la administración Trump en temas como créditos fiscales para vehículos eléctricos, inmigración y derechos reproductivos. La tragedia en Los Ángeles ha trascendido las llamas, convirtiéndose en un nuevo capítulo de la lucha política entre dos figuras clave del escenario estadounidense.