El foco se centra en Donald Trump y su segunda gestión presidencial. A diferencia de lo que muchos podrían anticipar, la Organización Trump, el conglomerado que abarca hoteles de lujo, campos de golf y otras propiedades de alto perfil, ha anunciado medidas destinadas a evitar cualquier apariencia de conflicto de interés.
Según un código ético recientemente publicado, Trump no participará en la administración directa de su empresa ni de sus inversiones durante su mandato. Este compromiso, similar al adoptado en su primer periodo, implica que la gestión de los activos empresariales e inversiones estará a cargo de sus hijos. “Evitar incluso la apariencia de cualquier conflicto”, parece ser la máxima.
Para reforzar la transparencia, se ha nombrado a William Burck, socio del bufete Quinn Emanuel, como asesor ético independiente. Su función es asegurar el cumplimiento de estas medidas y prevenir cualquier posible conflicto de interés. Sin embargo, hay matices.
Mientras que la Organización Trump se compromete a no firmar nuevos contratos o transacciones con gobiernos extranjeros, no existe una prohibición explícita para hacer negocios con empresas extranjeras. Esto ha generado ciertas críticas, dado que la firma mantiene negocios en varios países, incluyendo Arabia Saudita y Vietnam, según reporta The Wall Street Journal.
El acceso de Trump a la información financiera de su empresa será limitado, reduciéndose a “actualizaciones generales del negocio”. Sus inversiones, por su parte, estarán bajo el control de instituciones financieras que actuarán con autonomía, sin recibir ni solicitar opiniones del presidente.
Adicionalmente, la Organización Trump se compromete a ofrecer descuentos al Servicio Secreto y otras agencias estadounidenses por servicios en sus hoteles, y a donar al Tesoro las ganancias obtenidas cuando los clientes sean gobiernos extranjeros. Un gesto que, aunque positivo, no elimina por completo la complejidad inherente a la situación.
En su primer mandato, la gestión de Trump estuvo marcada por controversias relacionadas con posibles conflictos de interés, desde menciones de negocios en sus discursos hasta el uso de sus propiedades por parte de funcionarios extranjeros. Un ejemplo emblemático fue la cancelación de la cumbre del G7 de 2020, inicialmente planeada en su club de golf de Doral, Miami. Este nuevo código ético, busca, en teoría, evitar una repetición de tales situaciones.
El detalle de estas medidas, sin duda, abrirá un nuevo capítulo en el debate sobre la ética en la política y los negocios, especialmente en el contexto de la presidencia de Estados Unidos.