En medio de las cenizas y la incertidumbre, Shelley Sykes, una madre que lucha por sobreponerse a la pérdida irreparable, comparte su dolor. Su hijo, Rory Sykes, de 32 años, ex estrella infantil británica con parálisis cerebral y ceguera congénita, perdió la vida en el incendio de Palisades el pasado 7 de enero. Una tragedia que se enmarca en una historia de amor filial y valentía.
Esa noche, madre e hijo se refugiaron en su casa de Malibú, creyendo estar a salvo. Pero el fuego, alimentado por un viento implacable, se convirtió en un enemigo inesperado. Una llamarada repentina atrapó a Rory en su cabaña, imposibilitándolo de escapar con la rapidez necesaria debido a sus discapacidades. Las líneas de emergencia colapsaron, la manguera de Shelley resultó inoperable: “Conduje hasta la parte superior de su cabaña, abrí la manguera y no salía agua”, recuerda con la voz quebrada.
La desesperación se apoderó de ambos. Rory, siempre preocupado por su madre, le pidió que se salvara. Shelley, en medio del caos y el humo, tomó la difícil decisión de intentar buscar ayuda, dejando atrás a su hijo. Al regresar con los bomberos, la cabaña, y la casa principal, estaban completamente destruidas. Los restos de Rory aún no han sido recuperados.
La vida de Rory, más allá de la pantalla, fue una historia de superación. Según su sitio web, luego de su corta experiencia en televisión presentando "Kiddy Kapers", un programa infantil británico producido por su propia madre, Rory encontró su vocación en la filantropía, los negocios y el emprendimiento. Se describe como "filántropo, inversor, jugador, desarrollador, fundador, orador y mentor".
Ahora, en lugar de celebrar sus logros, Shelley y su familia se enfrentan a la pérdida irreparable de un hijo, hermano y amigo. Un recuerdo imborrable, marcado por el fuego y el dolor, que dejará un vacío difícil de llenar.