La Reverenda Tanya Lozano, de la Iglesia Metodista Unida Lincoln, en Pilsen, enfrenta una de esas realidades. Su congregación, un faro de fe para la comunidad inmigrante, ha tomado una decisión difícil. "La decisión de que el servicio en español pase a ser virtual ha sido colectiva, pertenece a toda la congregación," explicó Lozano a la BBC Mundo. Esta decisión no es un capricho; se basa en el temor justificado ante la inminente presidencia de Donald Trump.
El temor no es infundado. David Cruseno, un feligrés nacido en Estados Unidos cuya madre es una inmigrante mexicana, lo resume así: "Con este nuevo gobierno es casi como una persecución. Estamos siendo señalados de una forma que es injusta pese a que cooperamos continuamente con este país." Este sentimiento de vulnerabilidad se extiende a muchos otros miembros de la comunidad, especialmente a familias de estatus mixto, con padres indocumentados y niños ciudadanos estadounidenses.
La amenaza se materializa en la figura de Thomas Homan, nombrado para dirigir las políticas migratorias del gobierno entrante. Sus declaraciones, catalogando Chicago como "la zona cero" de las deportaciones masivas, han generado alarma. A pesar de las leyes que protegen a las personas en lugares como iglesias, la posibilidad de que estas sean revocadas añade otra capa de preocupación.
La Iglesia Metodista Unida Lincoln no es ajena a la lucha por los derechos de los migrantes. Su historia incluye la protección ofrecida a la activista Elvira Arellano, y ha sido blanco de ataques racistas en el pasado. "Si llegamos a ser blanco de un crimen de odio… eso también pondría en peligro a los miembros de nuestra comunidad, por eso preferimos que no estén aquí," afirma Lozano con pesar, refiriéndose a la suspensión de los servicios religiosos presenciales en español.
El contexto se complica aún más con la experiencia de Chicago como "ciudad santuario". Si bien esto ha brindado protección a muchos, también la ha convertido en un blanco para la retórica anti-inmigrante. La llegada masiva de migrantes en años recientes, principalmente venezolanos, ha puesto a prueba los recursos de la ciudad, generando una situación compleja que se refleja en la decisión de la iglesia.
La suspensión del servicio religioso presencial en español representa un cambio significativo para la comunidad de Pilsen, un símbolo visible de los desafíos que enfrentan las familias inmigrantes ante la nueva administración. La incertidumbre y el temor se entrelazan con la fe y la resiliencia en un barrio que ha resistido tempestades antes y seguramente encontrará la manera de seguir adelante.