El foco de atención se centró en el Vaticano, donde el Papa Francisco, en una entrevista en el popular programa italiano "Che Tempo Che Fa", abordó la cuestión de las deportaciones masivas planeadas por Donald Trump. Este no sería el primer encuentro entre ambos líderes, recordando las controversias pasadas.
No se trataba simplemente de una declaración política; era una opinión profundamente arraigada en la convicción personal del Papa. Sus palabras, resonando con una fuerza que traspasaba las fronteras, impactaron a millones. “Si es verdad, esto será una desgracia, porque hace que los pobres infelices que no tienen nada paguen la factura”, afirmó el Papa Francisco, quien añadió: “¡Esto no sirve! Esta no es la manera de resolver las cosas. Así no se resuelven las cosas.”
Su preocupación se extendió más allá de la retórica política. Señaló el impacto directo en las personas más vulnerables: los inmigrantes que, huyendo de la pobreza y la violencia, buscan una vida mejor. La situación se agravó al considerar que las promesas de campaña de Trump incluían una oleada de órdenes ejecutivas para modificar radicalmente la política migratoria desde el primer día de su presidencia.
Esta postura del Papa no es nueva. Recordemos su contundente declaración en 2016, durante su visita a la frontera entre Estados Unidos y México: "Quien construye muros para mantener alejados a los migrantes no es cristiano". Esta frase, pronunciada en el contexto de la primera campaña presidencial de Trump, sentó un precedente que resonaba en este nuevo contexto.
Diversas figuras de la Iglesia Católica en Estados Unidos se sumaron a las preocupaciones del Papa. El cardenal Robert McElroy, el próximo arzobispo de Washington D.C., calificó las políticas de deportación como "incompatibles con la doctrina católica", mientras que el cardenal Blasé Cupich de Chicago, expresaba su profunda preocupación por los reportes de deportaciones masivas en la región. Ambos hicieron hincapié en la importancia de defender los derechos humanos y la dignidad de todas las personas, resaltando la responsabilidad de los gobiernos en proteger las fronteras sin dejar de lado el respeto a los derechos fundamentales.
El Papa Francisco, hijo de inmigrantes italianos en Argentina, ha dedicado una parte importante de su papado a defender la causa de los migrantes, abogando constantemente por su acogida, protección e integración. Una postura que refleja no sólo una convicción teológica, sino una profunda comprensión humana de la realidad de millones.
El lunes, a pesar de las controversiales declaraciones del domingo, el Papa Francisco envió un telegrama de felicitación a Trump por su investidura. En él, expresó su esperanza de que bajo el liderazgo del nuevo presidente, el pueblo estadounidense prospere y busque construir una sociedad más justa. Una imagen compleja que refleja la intrincada diplomacia del mundo moderno.