El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, tras cuatro años de ausencia, marca un punto de inflexión no solo para Estados Unidos, sino para la geopolítica mundial. Se espera que el magnate, conocido por su estilo directo, emita una serie de órdenes ejecutivas desde el primer día, materializando su promesa de un retorno al "América Primero".
Este uso de órdenes ejecutivas, una herramienta que permite la implementación inmediata de cambios sin el filtro del Congreso, es una estrategia arriesgada. “Aunque estas órdenes proyectan poder, muchas enfrentan desafíos logísticos y legales,” explica Rodrigo Aguilar Benignos, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de EUA. La efectividad a largo plazo de esta táctica es, por lo tanto, incierta.
Pero la toma de posesión de Trump es más que una simple ceremonia. Se trata de un evento simbólico que refleja un ascenso global del conservadurismo. Diversas figuras políticas en Latinoamérica, como Javier Milei en Argentina, Guillermo Lasso en Ecuador, Jair Bolsonaro en Brasil, José Antonio Kast en Chile, y la influencia de Viktor Orbán en Hungría, representan la consolidación de un frente internacional de populismos de derecha.
La ausencia notable de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en la inauguración de Trump no es casual. Esta ausencia, junto con la recepción preferencial a líderes como Bolsonaro y el pragmatismo hacia Lasso, ilustra un nuevo mapa de alianzas internacionales, definido por la ideología. La reciente visita del Rey de España a México, recibida con frialdad, y la exaltación de Lula da Silva como aliado estratégico por parte del gobierno mexicano, refuerzan esta nueva realidad geopolítica.
Este realineamiento ideológico no se limita a las altas esferas del poder. El discurso de la derecha populista ha ganado fuerza, encontrando resonancia tanto en líderes como en la población en general. El desafío para las democracias liberales es claro: adaptarse o enfrentar una creciente irrelevancia. La pregunta no es si Trump tendrá éxito en su liderazgo, sino cómo su agenda transformará el escenario político y social global.
El mundo, en este contexto de polarización acentuada, se prepara para un cambio profundo y una nueva dinámica de poder.